Mujeres, resiliencia y cambio climático
Artículo publicado originalmente en la Revista OBJETIVO 2030 en este enlace
Por: Mónica Colin
Colombia ocupó el lugar número 28 en el índice Global de Riesgo de Cambio Climático del 2019. Esto, entre otros factores, se explica por el aumento de la lluvia y de las sequías que son consecuencia del fenómeno del niño. En adición, el aumento en la temperatura que se ha sufrido en la última década, que se pronostica qué para fines de siglo se tendrá un incremento de 2.4°C, también es un factor colaborativo.
El departamento de la Guajira, ubicado en el norte de Colombia, ha sufrido el impacto del cambio climático con mucha mayor dureza que el resto del país, teniendo cada vez menos lluvias estacionales, se pronostica que para el 2100 la reducción en la precipitación será de 20%; también, sus temperaturas más altas llegaron a cifras récord en 2020. En contraparte, durante el invierno se presentaron frecuentes inundaciones. Este lugar, además, cuenta con el mayor riesgo de pérdida de territorio como consecuencia del aumento del nivel del mar, según datos del IDEAM.
El pueblo Wayuú, el grupo indígena con mayor población en Colombia y cuyo territorio ancestral es la Guajira, ha visto afectadas, de manera muy significativa, sus condiciones de vida al depender de los patrones de lluvia estacionales. También, su situación se agravó después de la construcción de la presa el Cercado y a que los molinos de viento instalados para extraer agua subterránea dejaran de funcionar por falta de mantenimiento.
En la alta y media Guajira la gran disminución de las precipitaciones estacionales ha reducido la disponibilidad de alimentos, aumentando la desnutrición y la mortalidad infantil en este grupo indígena; los problemas de salud de la comunidad se acentúan por no tener acceso al agua limpia ni a la atención médica.
Adicional a lo anterior, es preciso recordar que estas comunidades tienen como principales actividades económicas y fuentes de ingresos: la agricultura de subsistencia, la pesca, cría de cabras y chivos, la tejeduría y actividades relacionadas con el turismo. Derivado a causa del cambio en la periodicidad de las precipitaciones estacionales les ha sido imposible planificar los cultivos; los grandes y frecuentes periodos de sequías han disminuido también el ganado ovino y caprino. Estos factores provocan una migración forzosa de la población, puesto que, al no tener acceso al agua, no puede cultivar, mantener ganado o pescar.
En la Guajira las mujeres y los niños son los responsables de abastecer de agua a las familias, pero cuando disminuyen las precipitaciones se hace más difícil cumplir esta tarea, provocando que deban caminar mayores distancias. Esto afecta a las mujeres que tienen el oficio de tejedoras puesto que hace que el tiempo que pueden utilizar para esta actividad remunerada se disminuya, reduciendo a la vez sus ingresos.
En este sentido, el cambio climático provoca efectos en las poblaciones más vulnerables, sobre todo porque son estos los que dependen más de los recursos naturales para su sustento. Por lo tanto, la afectación a sus condiciones de vida es alta como consecuencia del incremento de las temperaturas, del nivel del mar, las sequías, inundaciones y huracanes.
Ante este hecho de afectación, las mujeres, cuya población es del 51%, a través de su liderazgo social y comunitario, se han convertido en impulsoras de iniciativas que fomentan la lucha contra el cambio climático. En el caso de la Comunidad de Cabo de la Vela, hay lideresas indígenas wayuú como: Marlene Rosado Gómez, de la Asociación de Recicladores Cabo de la Vela Jepirra Ulees; Mileidys Polanco Gómez, de la Asociación de Protectores de Jepirra; y Elida Sánchez Jirnu, de la Asociación de Restaurantes y Hospedajes de Cabo de la Vela -ASOCABO. Además, cuentan con líderes sociales como: Elba y Nancy Gómez o Sara Gómez, la autoridad tradicional de la mano de la Alianza Suma tus manos por la Guajira, quienes desde hace más de una década vienen impulsando en su comunidad la gestión sostenible de recursos y prácticas sostenibles como la disposición y clasificación de residuos aprovechables de los negocios, colegios y de la comunidad en general, el compostaje de los residuos orgánicos entre los integrantes de ASOCABO, campañas de recolección de residuos sólidos en línea de mar y subacuáticas, campañas de educación ambiental en negocios y restaurantes, campañas de protección de las tortugas marinas verdes y carey; así como del cuidado de los pastos marinos, entre otras actividades que promueven el cuidado del medio ambiente y la lucha ante el cambio climático.
El trabajo y esfuerzo de la comunidad de Cabo de la Vela encabezado por estas lideresas ha sentado precedentes en relación a cómo la autogestión comunitaria puede generar localmente la formación de capacidades y de esta forma mejorar sus condiciones de vida, no sólo respecto a la disminución de la contaminación terrestre y marina, la mejora en la salud como consecuencia de la disminución de vectores, preservación del ecosistema marino, sino también en referencia a la percepción que los viajeros tienen de sus atractivos turísticos para promover una buena referenciación de sus servicios, donde cabe mencionar, el 80% de los negocios son propiedad de mujeres y el 60% de los hogares tienen una mujer como cabeza de familia.
Desde que estas asociaciones forman parte de la Alianza “Hilos que conectan tu corazón por una Guajira Sostenible: Suma tus manos”, han logrado formalizar la asociación comunitaria responsable de la gestión de más de 1000 toneladas residuos sólidos que, de otra forma, seguirían mal dispuestos y contaminando el ecosistema terrestre y marino. Con estas labores han obtenido el primer lugar del premio Gemas, que reconoce a las mejores prácticas medio ambientales del Caribe; a la vez, han logrado ser uno de los 4 proyectos en Colombia apoyados por la organización Measurent Matters para estructurar el primer bono sostenible y el primer bono azul de Colombia.
Todos estos resultados se han logrado en más de tres años. Ello demuestra que han marcado una diferencia importante en la lucha contra el cambio climático pese a enfrentarse los efectos del aumento de la temperatura, la disminución de las precipitaciones estacionales, la mayor escasez o contaminación de sus fuentes de agua tradicionales como los jagüeyes, la erosión del desierto, así como la pérdida y erosión de sus playas.
Los Wayuú son ejemplo para otras comunidades wayuú al demostrar cómo, localmente, pueden no sólo incidir en la protección y preservación de sus territorios ancestrales sino también en cómo convertirse en impulsores de prácticas que favorezcan la disminución de los gases efecto invernadero a nivel global al proteger sus pastos marinos y gestionar de manera adecuada sus residuos.
En particular, se debe resaltar el papel de las lideresas comunitarias y sociales, que han tomado en sus manos la responsabilidad de demostrar a su comunidad que la única forma de poder mejorar su calidad de vida, cuidar al medio ambiente y proteger sus territorios es si ellas toman mando. La mujer tiene un papel importante en la toma de las decisiones y de las acciones comunitarias, generando una diferencia importante en la creación de un desarrollo más sostenible e inclusivo.
Artículo publicado originalmente en Revista OBJETIVO 2030 en este enlace