Movilidad sostenible: Estrategias para el bienestar social y natural
Artículo publicado originalmente en la Revista OBJETIVO 2030 en este enlace
Por: SAG S.A.
SAG S.A., reconoce el papel del sector privado como catalizador de los cambios para la protección de nuestro capital natural. Al calcular nuestra huella de carbono corporativa, según la metodología de Green House Gas Protocol, se identificó que una de las actividades que liberaban mayor cantidad de emisiones era el transporte de los empleados desde y hacia la oficina. Junto a esto, identificamos la importancia de establecer una estrategia que permitiera a los empleados tanto incrementar su bienestar como cumplir con la reducción de un 20% de las emisiones de CO2 per cápita generadas por los viajes al trabajo, establecida en el Plan de Movilidad Sostenible de Medellín; además, buscábamos aportar directamente a los Objetivos de Desarrollo 8, 11 y 13, al igual que a los Principios 7, 8, 9 del Pacto Global. Nuestra meta fue la sensibilización del personal, respecto de la mitigación del cambio climático y la adaptación a él, para así reducir sus efectos adversos.
Con el fin de profundizar en la movilidad de los empleados como emisiones indirectas de la compañía, se realizó un diagnóstico al 74% del personal que permitiría entender las preferencias, contexto, beneficios y barreras de las personas al momento de elegir el medio de transporte. En este estudio se tuvieron en cuenta factores exógenos al colaborador como: ciclorrutas existentes, distancia a la sede de trabajo y el barrio. El siguiente mapa de calor permite visualizar la concentración de las personas.
Teniendo en cuenta lo anterior, para las personas ubicadas a menos de 1,5 km de la sede de trabajo, se generan estrategias encaminadas a la movilidad activa y cero emisiones, como caminar y bicicleta; entre 1,5 y 5 km se busca estimular medios de transporte como la bicicleta, el transporte público y trabajo en casa (en este segmento se encuentra el 66% de la población); finalmente, para el personal ubicado a más de 5 km de la sede, (que corresponde al 29% restante), se incentiva el uso del transporte público, el vehículo particular compartido y trabajo en casa.
En la ilustración se analizan las siguientes variables: municipio, medio de transporte, tiempo en desplazamientos y emisiones generadas. Es importante resaltar que los sistemas de transporte públicos generan pocas emisiones, sin embargo, el tiempo en estos es el mayor independiente del municipio en el que se ubica. La moto representa un medio de transporte eficiente en tiempo y medianamente en emisiones. Por último, la movilidad activa indica una mayor eficiencia en tiempo y emisiones, aunque es altamente dependiente de la ubicación.
Para premiar el uso de medios de transporte menos contaminantes entre nuestros empleados, debíamos aplicar incentivos para inducir un cambio en la elección inicial de estos. Pero ¿Cuál debía ser el monto mínimo de ese incentivo para generar un cambio en las preferencias de movilidad?, ¿cuáles empleados tienen la mayor probabilidad de éxito para cambiar su modo de transporte?
Para responder estas preguntas se calcularon tres modelos econométricos. El primero estima la relación entre las emisiones de CO2 y los diferentes modos de transporte usados por los empleados. Este arrojó que el medio de transporte que se utilice tiene un efecto significativo en los niveles de emisiones generado por un individuo. Asimismo, permitió identificar aquellos medios de transporte que se pueden clasificar como sostenibles (caminar, bicicleta, transporte público colectivo -TCP-, tren urbano, carro compartido con más de dos pasajeros) y aquellos que se consideran no sostenibles (carro particular, moto, carro compartido con dos pasajeros).
El segundo modelo estimó el Valor Subjetivo del Tiempo (VST), que calcula la disponibilidad a pagar de una persona por ahorrar 1 minuto de tiempo en transporte. El modelo toma como variable dependiente si el empleado utiliza o no un medio sostenible y las compara con otras variables como: el costo del viaje, el tiempo de viaje, distancia recorrida y de caracterización del individuo. Como resultado, movilizarse en medios de transporte sostenibles conlleva más tiempo que en aquellos que no lo son; por tanto, a los empleados se les debe compensar $364/min en promedio para cambiar de modo de transporte. Específicamente, el valor mínimo del incentivo es de $2.332, $112 y $17 para moto, carro compartido con dos pasajeros y carro particular.
El tercer modelo discriminó la categoría de los modos de transporte no sostenibles, con el objetivo de identificar la probabilidad de que quienes usan estos modos se cambien a otro sostenible. Así, de aquellos que se movilizan en modos no sostenibles, el 38% de los encuestados tienen una probabilidad alta de cambiarse a un modo sostenible. Este grupo de personas tiene un potencial de reducir el 29% de las emisiones anuales por movilidad en la empresa. A estas personas, con especial interés, se les deben aplicar los incentivos por su alta probabilidad de cambio.
Teniendo en cuenta los resultados del diagnóstico de movilidad, el VST y la población objetivo, se diseñaron 4 estrategias donde se despliegan las acciones a desarrollar al interior de la empresa:
Finalmente, dentro de las lecciones aprendidas durante la pandemia, se contempla y acoge el trabajo en casa, logrando una reducción en tiempos de desplazamiento de 8 días anuales por persona y el 49% de las emisiones anuales de SAG.
Artículo publicado originalmente en Revista OBJETIVO 2030 en este enlace