Los países construidos mediante grandes proyectos sociales, familiares, económicos y culturales han experimentado un desarrollo significativo gracias al aporte de individuos provenientes de diversos orígenes, como Canadá, Estados Unidos, Brasil y Argentina. Sin embargo, la historia de Colombia presenta una particularidad en el período entre 1920 y 1937, donde medidas restrictivas de inmigración limitaron la entrada de personas, talentos, conocimientos y recursos. Una de las regulaciones más notables se encuentra registrada en el Diario Oficial 2232 de 1931 “…las cuotas para la entrada al país de búlgaros, chinos, griegos, indúes, libaneses, lituanos, palestinos, polacos, rumanos, rusos, sirios, turcos y yugoeslavos; y, por tanto, los funcionarios de la República en el Exterior, no deben visar pasaportes a individuos de esas nacionalidades, sin previa autorización del Ministerio de Relaciones Exteriores”.
Al día de hoy a pesar que Colombia y otros países continúan con legislaciones y requisitos para los inmigrantes, los estudios evidencian gracias a la conectividad se ha aumentado el conocimiento e información y el relacionamiento en doble vía lo cual a permitido aprender, enseñar, trascender y lograr nuevos amalgamientos que enriquecen y trascienden a toda la humanidad. El mundo entero ha podido homologar aspectos culturales que va desde la terminología técnica y la computación, la moda de blue jeans y los zapatos deportivos, los de la comida con la pizza y las hamburguesas, los de la cultura con la música, el cine, el sentido del humor y hasta los más trascendentales como son los códigos y normas de comportamiento y urbanidad.
Entre todos los nuevos elementos culturales y de urbanidad que se permean a través de las inmigraciones físicas o virtuales sería bueno enfatizar y nunca perderse son: El saludo como forma básica de respeto; la cortesía pues la amabilidad es el reconocimiento y consideración hacia los demás, esto puede incluir gestos simples como sostener la puerta para alguien, ceder el paso; la etiqueta en la mesa, que es el uso correcto de cubiertos, las porciones pequeñas, esperar a que todos estén servidos y agradecer la invitación a los anfitriones. La vestimenta apropiada en tiempo, lugar y situación. En eventos formales, se espera un código de vestimenta, que se rige aún con los mismos códigos de elegancia prepandémicos. Los zapatos deportivos (tenis), sudaderas, sombreros y cachuchas están bien solo para el aire libre y eventos deportivos informales.
En cuanto a el relacionamiento los temas de las conversaciones siempre deben ser respetuosos de la privacidad y ser discreto con temas religiosos, políticos y de género. Llegar a tiempo y retirarse a tiempo es mostrar respeto e incluso honrar a quienes invitan y nunca olvidar informar con antelación sobre cualquier retraso o inasistencia. Para terminar, siempre expresar gratitud y si la situación lo amerita llegar con un presente para el anfitrión.
Aunque pareciera de Perogrullo la responsabilidad de frenar las malas influencias que llegan de otras culturas y naciones, la polarización por las guerras, la intolerancia religiosa, las agresiones verbales por temas políticos y de genero; la actitud displicente y desafiante ante las normas de comportamiento y códigos de conducta; el vocabulario en conversaciones y canciones inundadas de malas palabras; el maltrato a quienes sirven es de responsabilidad personal, pues la convivencia se fundamente en el comportamiento respetuoso, cumplido y solidario y la actitud amable y considerada.
Artículo publicado originalmente en La República
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