La situación actual del mundo exige una profunda transformación de la educación para reparar las injusticias del pasado y mejorar nuestra capacidad de actuar juntos por un futuro más sostenible y plagado de equidad. Debemos garantizar el derecho al aprendizaje a lo largo de toda la vida, proporcionando a todos los alumnos, de todas las edades y en todos los contextos, los conocimientos y las competencias que necesitan para desarrollar todo su potencial y vivir con dignidad. La educación ya no puede limitarse a un único periodo de la vida. Todo el mundo, empezando por las personas más marginadas y desfavorecidas de nuestras sociedades, deben tener derecho a oportunidades de aprendizaje durante su senda vital, tanto para el empleo como para el emprendimiento personal. Un nuevo contrato social para la educación debe unirnos en torno a los esfuerzos colectivos, y proporcionar el conocimiento y la innovación necesarios para dar forma a un mundo mejor arraigado en la justicia social, económica y medioambiental.
Durante tres días, la semana pasada (16, 17 y 19 de septiembre), se reunieron un sinnúmero de líderes y expertos de la educación convocados por el Secretario General de la ONU con el fin de celebrar y vivir la Cumbre para la Transformación de la Educación (TES), que tuvo lugar en Nueva York. El objetivo de esta Cumbre se centró en la necesidad de cambiar la orientación de los sistemas educativos después de la pandemia global del Covid-19, especialmente para los más pobres del planeta que sufrieron los mayores impactos en la consecución de los aprendizajes. Se trata de movilizar la ambición, las acciones y las soluciones para recuperar las pérdidas de aprendizaje relacionadas con la pandemia, replantear los sistemas educativos para el mundo de hoy y de mañana, y revitalizar los esfuerzos nacionales y mundiales para lograr una educación de calidad inclusiva y equitativa. La reunión desarrolló cinco aspectos clave para la transformación: 1) las escuelas; 2) el aprendizaje de calidad a lo largo de la vida; 3) los profesores; 4) la conectividad; y 5) la financiación de la educación. Destaco en esta Cumbre, la escucha de todas las voces, especialmente de los jóvenes, quienes expresaron sus puntos de vista sobre la transformación de la educación y pidieron se actuará en consecuencia.
El desafío del sector educativo está en revertir la caída histórica de la inversión, la afectación y los conflictos suscitados de modo particular en la salud emocional y mental de los estudiantes, y buscar cambios transformadores en torno a la escolarización, el aprendizaje, la enseñanza, la tecnología y la financiación educativa. Con motivo de esta Cumbre, la UNESCO puso de relieve un conjunto de iniciativas clave, como la ampliación del aprendizaje digital público, la adaptación de la educación a la emergencia climática y medioambiental y la mejora del acceso de los niños y jóvenes afectados por la crisis.
Transformar la educación significa dotar a los educandos de los conocimientos, las competencias, las actitudes y los valores necesarios para ser resilientes, adaptarse y estar preparados para un futuro incierto, contribuyendo al mismo tiempo al bienestar humano y ambiental, y con ello, al desarrollo sostenible. De igual forma, la transformación digital requiere el aprovechamiento de la tecnología como parte de esfuerzos sistémicos más amplios para transformar la educación, haciéndola más inclusiva, equitativa, eficaz, pertinente y sostenible. Aunque, en general, el gasto mundial en educación se ha incrementado, esta transformación podrá ser posible cuando cuente con una financiación adecuada y bien focalizada. Al respecto, los países deben lograr una financiación significativamente mayor y más sostenible en el tiempo, que permita la consecución exitosa del Objetivo de Desarrollo Sostenible -ODS 4 (Educación de calidad) y que estos recursos, sea asignen y supervisen, de forma más equitativa y eficaz. Estos llamamientos a la acción se promoverán y defenderán en los próximos meses en el marco del Comité rector de alto nivel del ODS 4, coordinado por la Unesco.
Artículo publicado originalmente en La República
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