Para la OIT, la lucha contra el trabajo infantil forma parte de la promoción del trabajo decente y ha sido una bandera por muchas décadas. A través de la ratificación por parte de los países de los convenios fundamentales sobre edad mínima de admisión al empleo (C138) y erradicación de las peores formas de trabajo infantil (C182), así como de la Convención de los Derechos del Niño (CDN) y otras normas internacionales relacionadas, se ha tenido un efecto significativo en la reducción sostenida del trabajo infantil. Sin embargo, el avance es insuficiente: en la actualidad existen en Colombia más de un millón de niños, niñas y adolescentes de entre 5 y 17 años, que trabajan en actividades productivas y/o labores del hogar no remuneradas[i].
Si bien es cierto que para las empresas formales el trabajo infantil es de baja incidencia, es importante notar que en América Latina y el Caribe, el 78% del trabajo infantil está vinculado a la cadena de suministros de bienes y servicios para consumo nacional, mientras que el 22% restante, está vinculado a bienes y servicios de exportación[ii]. Esto quiere decir que aún para empresas formales que aplican la política de no contratación de personas menores de edad, existe un riesgo inherente de trabajo infantil en su cadena de abastecimiento, particularmente aquellas cadenas orientadas al consumo nacional y que tienen amplia relación con el agro.
En la coyuntura de la pandemia del COVID-19, se advierten nuevos riesgos para niños, niñas y adolescentes ante la muerte de alguno de sus padres o cuidadores, la pérdida de empleos, la reducción de ingresos del hogar o la falta de acceso a medidas de protección social que pueden aumentar las probabilidades de trabajo infantil. Ahora más que nunca, las empresas deben promover acciones integrales hacia la protección de las personas vulnerables en relación al trabajo: El manejo de las cadenas de abastecimiento es una oportunidad para incorporar indicadores sobre el riesgo de trabajo infantil y controles permanentes que permitan evaluar los resultados de las políticas aplicadas.
Como parte de las medidas a tomar en el contexto de la pandemia, las empresas deben promover en su cadena de abastecimiento la meta de proteger los empleos, ya que esta es una manera de prevenir el trabajo infantil, al asegurar los ingresos en los hogares. Se deben también promover acciones de responsabilidad social en materia educativa, especialmente complementando los esfuerzos de la educación virtual en las comunidades donde operan las empresas.
Una manera efectiva para las empresas emprender este tipo de acciones, es la participación en alianzas público privadas que les permitan de manera coordinada buscar soluciones conjuntas al problema. La Red Colombia contra el Trabajo Infantil del Pacto Global es un buen ejemplo de cómo las empresas pueden contribuir. Son las empresas formales, líderes de cadenas de abastecimiento, quienes están en mejor posición para asociarse, influenciar positivamente a sus socios de negocios y hacerlos avanzar hacia metas comunes que son cruciales para todos, como es la erradicación sostenida del trabajo infantil.
[i] https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/boletines/ech/jobinfantil/pres_trab_inf_2019.pdf
[ii] https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---ed_norm/---ipec/documents/publication/wcms_716932.pdf
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