Aún no logramos tener la dimensión y relevancia qué este tema merece y apremia, no sólo por lo ocurrido durante la pandemia sino por las continuas modificaciones en los estilos de vida qué se han venido acelerando desde las últimas décadas y qué sin duda nos ubican como personas en una serie de eventos adversos y nuevas realidades con pocas o nulas herramientas de afrontamiento, bien sea por miedo de exponer lo qué representa la salud mental, por los aún existentes mitos o tabúes ó definitivamente porque ni siquiera se encuentra en la agenda de prioridades de los gobiernos y familias promedio.
La OPS en su comunicado del 9 de junio del presente año, pone el acento en este tema e invita a los gobiernos de los diferentes países, especialmente a los de América Latina a priorizar programas, tratamientos, prevención e intervención a todo nivel para combatir un fenómeno de salud pública qué usualmente avanza silencioso pero qué puede representar una factura inmensa para la humanidad. “A pesar del alto nivel de problemas de salud mental en la región, la gran mayoría de quienes padecen una condición no reciben la atención que necesitan. En 2020, más del 80% de las personas con una enfermedad mental grave, incluida la psicosis, no recibieron tratamiento (OPS,2023)”.
El punto fundamental estriba entonces en: “El principio de realidad”, no es fácilmente observable una neurosis, psicosis, etc. cayéndose repetidamente en el error de asumirles como inventadas o inexistente y en el mejor de los casos como de menor categoría, piensa solamente en lo siguiente:
La OMS nos brinda otros aspectos para la reflexión: Los trastornos de salud mental aumentan el riesgo de otras enfermedades y contribuyen a lesiones no intencionales e intencionales.
La depresión continúa ocupando la principal posición entre los trastornos mentales, y es dos veces más frecuente en mujeres que hombres. Entre el 10 y 15% de las mujeres en países industrializados y entre 20 y 40% de las mujeres en países en desarrollo, sufren de depresión durante el embarazo o el puerperio.
Sin embargo, “La mediana del gasto en los servicios de salud mental está a nivel mundial en 2,8% del gasto total destinado a la salud. Los países de ingresos bajos gastan alrededor de 0,5% de su presupuesto de salud en los servicios de salud mental, y los países de ingresos altos, 5,1%. En la Región de las Américas, el gasto oscila entre el 0,2% en Bolivia y el 8,6% notificado por Suriname. Existe una significativa correlación lineal directa entre los ingresos nacionales y el gasto público destinado a la salud mental como proporción del presupuesto total destinado a la salud (OMS,2023)”.
Esta ilustración pone en evidencia el importante camino qué aún falta por recorrer, incluso después de todas las posibles revisiones realizadas durante y finalizada la pandemia COVID-19. Sí realizásemos una encuesta en este momento sobre la importancia de trabajar sobre salud mental, con seguridad el porcentaje mayoritario estaría en muy alta, pero las cifras no muestran esta buena voluntad y sí crees ésto solamente tiene qué ver con gobiernos y políticas públicas, te equivocas. Las presiones generadas por la realidad virtual en nuestras vidas llevan a prácticas qué sin duda incrementan los porcentajes de incidencia de muchas patologías. En algunos casos por la presión a corresponder expectativas sociales casi inalcanzables, por seguir prácticas de riesgo sin pensar (como muchos de los retos de redes sociales) y casi qué en piloto automático por implementar rituales en la cotidianidad que no favorecen estilos de vida saludables, cómo: darle Tablet o celular al bebé para qué se calme, evitar los entornos de socialización presencial, no saludar, no interesarse por Otros, preferir la interacción digital a la humana y ni siquiera pensar es importante preguntarme cómo me siento.
La Enfermedad Mental es Real, está con nosotros desde siempre y merece ser atendida en el lugar relevante qué merece, sin prejuicios pero con premura.
La opinión expresada en esta entrada de blog es de exclusiva responsabilidad de su autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Pacto Global Red Colombia.
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