Uno de los factores clave para nuestra existencia está en la identidad, en esa posibilidad de unicidad, de diferencia, de factor de referencia de nuestra vida desde nuestra historia a partir de gustos y preferencias, de posturas frente a las situaciones, de elemento qué devuelven las interacciones con los otros y nos permite exponer, afirmando, un autoconcepto: Soy y soy de esta o cual forma, idealmente siendo desde mi naturalidad.
Lamentablemente y pese a todas las iniciativas históricas para poder existir en libertad, a las diversas civilizaciones se le ha dificultado mucho favorecer este proceso de construcción qué como humanos recorremos desde nuestro origen. Un mes como este, dónde se izan banderas en pro de lo diverso y con orgullo por saberse distinto, muestra que el camino sigue siendo difícil y aún largo en trayecto, porque el miedo continúa siendo el vector del juicio. Aún muchas personas prefieren estar ocultas a mostrarse cómo son, se ataca incluso de manera física a aquel qué expone su diferencia y se le agrede porque algunos sienten el derecho de eclipsar incluso una vida por no compartir lo qué otro represente, bien sea por la incapacidad de comprensión o por el irracional miedo que nubla cualquier posibilidad de consciencia de respeto y libertad.
Esta situación es un tema qué debe estar incluido en las agendas de salud pública de la región porqué no poder Ser representa heridas profundas para las personas y una dificultad inmensa para la vida misma, evidenciada en algo qué consideramos natural en nuestra sociedad y es el enamoramiento con la posibilidad de una vida en pareja. El Amor, viciado por su versión romántica y novelesca, constituye uno de los motivos más recurrentes de consultas psicoterapéuticas con efectos devastadores como la violencia de género qué en muchos casos representa muerte, por asesinato o suicidio.
La dificultad de lograr Ser y expresar lo qué se siente, lleva a dinámicas muy complejas de interacción, aspecto qué podría ser minimizado desde los entornos de desarrollo: ambientes académicos y familias, evitando rotular a los Otros, buscando escenarios con menos etiquetas y mayores posibilidades propositivas. Donde los roles no estén definidos por la genitalidad sino por la capacidad, qué sea posible expresar sin necesidad de dañar o agredir, una visión mucho más holista y menos dicotómica de la existencia.
El acompañamiento psicológico es importante y necesario para todos, debe en algún momento constituirse en elemento indispensable, cómo favorecedor de la construcción de una sociedad tolerante, empática y equitativa, qué nos evite más muertes innecesarias y favorezca sanar para la sostenibilidad del planeta.
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