La Agenda 2030 propuesta por las Naciones Unidas pasó a convertirse en la tarea global de mayor magnitud que los gobiernos de más de 190 países deben priorizar hasta el término de la presente década. En total, son 17 los desafíos de desarrollo sostenible -con 169 retos- lo cual implica crear las condiciones necesarias para cumplirlos.
Quedan nueve años para lograrlo, pero el camino todavía presenta obstáculos. El primero es económico. Si bien la reactivación global está en proceso, como lo han proyectado la mayoría de las entidades multilaterales, no puede pasarse por alto que el planeta vivió en el 2020 una pandemia y, también, la mayor recesión de las últimas ocho décadas. Levantar a la economía global (de una caída de -3,59% en 2020, según cifras del Banco Mundial) luce todavía como una tarea llena de retos donde todos debemos aportar.
Además del compromiso que deben asumir los gobiernos en todas las latitudes para que la economía mundial levante vuelo, no se puede perder de vista el papel que desempeña el sector empresarial en la reactivación. Pero esta tarea inmediata no es la única que tienen las organizaciones, pues también en el marco de la Agenda 2030 son un actor fundamental para consolidar la sostenibilidad a través del impulso a la prosperidad, el desarrollo social y el cuidado ambiental.
Según el Pacto Global de las Naciones Unidas, son más de 12.000 empresas las que se han adherido a este propósito y trabajan de la mano de este organismo para generar las condiciones necesarias para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Esto se suma a los esfuerzos que las empresas han realizado en el último siglo para construir una sociedad más equitativa. Y sin duda, en la última década el sector privado ha entendido que no basta con ejecutar meras acciones de Responsabilidad Social Empresarial (RSE), pues la generación de valor compartido entre los grupos de interés, el medio ambiente y la sociedad, ya es parte esencial de sus estrategias de negocio.
Colombia no ha sido ajena a esta ola de buenas prácticas empresariales globales. Y así lo demuestran las iniciativas que han liderado compañías de sectores vitales para la sociedad y la economía como el pensional el cual ha puesto en marcha iniciativas que materializan la construcción de un país más incluyente.
Pero más allá de este auge de buenas prácticas corporativas, la conservación de los diferentes ecosistemas del planeta debe constituirse como prioridad. Las alarmas continúan encendidas, pues como lo demuestra el más reciente informe presentado por el Grupo Gubernamental de Expertos sobre el cambio climático, las emisiones de gases de efecto invernadero provocaron un aumento de la temperatura del planeta de 1,1° en los últimos 170 años.
Pese a los irreversibles efectos que el cambio climático ha generado, el sector productivo del país está llamado a desarrollar estrategias que aseguren un futuro sostenible para todas las generaciones que, a su vez, mitigue estos impactos. Es por esto que desde el sector financiero tenemos el reto de evolucionar nuestros procesos e inversiones involucrando criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo.
Hoy, cuando completamos tres décadas de operaciones, nos llena de orgullo decir que la sostenibilidad es parte del ADN de Porvenir y se refleja en compromisos reales con el país y, por supuesto con 13,1 millones de afiliados, más de 100.000 pensionados, colaboradores, proveedores, comunidades y la sociedad en general a través de acciones para el cuidado del medio ambiente, la promoción de la educación financiera y del ahorro, la gestión del talento, la creación de empleo, la innovación y la transformación digital, la inversión responsable, una operación ecoeficiente y, por supuesto, la adopción de principios sólidos de gobierno corporativo.
Artículo publicado originalmente en La República
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