Ad portas de la llegada del invierno en Europa el tribunal de Zug en Suiza aprueba una segunda moratoria para el pago de sus deudas a Nord Stream 2, empresa filial de la rusa Gazprom, que construyó el gasoducto para surtir de gas a Alemania pero que el gobierno germano suspendió, en adición a las sanciones impuestas por los Estados Unidos como consecuencia de la invasión de Rusia a Ucrania. Por otra parte, en España hablan de cómo las cuentas de luz se han cuadruplicado, generando pánico en las familias y empresas, así como alteraciones en los contadores y conexiones fraudulentas, y esto sin haber llegado el invierno.
Otra realidad es la de los países mineros que están en su mejor momento pues más allá del carbón, la demanda de minerales para la fabricación de equipos fotovoltaicos, aspas para energía eólica, motores eléctricos, baterías para acumulación de energía siguen creciendo exponencialmente.
Así mismo, los países productores de hidrocarburos siguen beneficiándose de los altos ingresos por la venta de sus productos y ayudando a la población con el bajo costo de los combustibles y de la energía. Contrariamente, países que se dejaron seducir por el boom de las nuevas energías y hoy víctimas de las extorsiones rusas están reactivando sus plantas nucleares, termo eléctricas a base de carbón, gas o petróleo y moviéndose urgentemente a ser parte de la unión de defensa de países democráticos en la OTAN, como son Suecia y Dinamarca.
En el caso colombiano, es preciso que la opinión pública entienda que Colombia cuenta con una matriz energética limpia – la cuarta más limpia en el mundo – gracias a la generación con hidroeléctricas, así que Colombia no es responsable por una ínfima parte de contaminación por carbono; que es autosuficiente en hidrocarburos (gas y petróleo) y que es totalmente dependiente de los ingresos por exportaciones de minería y petróleo. Adicionalmente, el mayor productor de hidrocarburos en Colombia es la empresa Ecopetrol, la refinación es un monopolio de esa empresa y en consecuencia el precio de los combustibles no debe obedecer al precio internacional, pero si es vital para controlar la inflación, ayudar a ser más competitivas a las empresas y no empobrecer más a los colombianos.
Es claro también que el sector minero energético cuenta con personas muy expertas, un marco regulatorio robusto, una gobernanza reconocida con instituciones conocedoras, exigentes y probas, unos organismos de seguimiento y control con presencia en el territorio, unas comunidades con alto capital social en las zonas de producción y unos sindicatos cada vez más preparados e importantes en la toma de decisiones de las empresas. Estos últimos ya están trabajando y generando diálogos para hacerle propuestas al país de una “transición justa” que reconoce las fortalezas de la industria y los retos en el corto, mediano y largo plazo.
Por ello, es preciso que el gobierno aproveche estas ventajas de la industria minero energética y de petróleo y gas con el fin de unir al país alrededor de superar la pobreza; cumplir los acuerdos de paz; y convertir la riqueza ambiental en el futuro económico, social y cultural.
En conclusión, está en manos del gobierno definir el precio de los combustibles y de la energía en beneficio de todos los colombianos, para que bajen los costos de producción de alimentos, bienes y servicios. Es preciso incentivar la producción de minerales y petróleo para exportar, la exploración y producción de gas para consumo doméstico, y priorizar la interconexión de la hidroeléctrica de Hidroituango y de los nuevos proyectos eólicos y solares.
El gobierno debe darle valor al esfuerzo que están haciendo sindicatos, empresarios y gremios en el diseño e implementación de una transición justa acorde con la demanda y la necesidad fiscal de Colombia. El nuevo gobierno está a tiempo de generar riqueza y sostenibilidad y paz pero el gobierno no se puede equivocar las políticas en materia energética.
Artículo publicado originalmente en La República
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