Estos dos últimos años decidí aprender un poco de Japón, por eso mis ratos libres ¡qué han sido pocos! los he disfrutado leyendo la "Historia de los samuráis" y "Cosas de Japón".
Empecé con mucho entusiasmo la de "Historia de los samuráis", y he aprendido de cómo llegaron al poder, que las familias Taira y Minamoto han sido las de mayor tradición, pero cuando iba en la mitad del libro decidí pararlo, porque me di cuenta que este es un libro que se disfruta más de día. Entonces, abrí el de "Cosas de Japón" y me encantó descubrir acerca del ábaco, de los cuarenta y siete Rōnin, de caminar sobre fuego, de las flores de cerezo y de la ceremonia del té.
Cuando llegué a la ceremonia del té, me llamó la atención que ahí los dos libros se unían porque hablaban de la importancia que había tenido Ashikaga Yoshimasha, que fue un shogun que abdicó al trono para dedicarse a los placeres de la vida y quién tuvo un papel relevante para establecer las reglas de la ceremonia del té.
De eso no hablaba nada en el libro de los samuráis, entonces decidí averiguar más acerca de Yoshimasha y la ceremonia del té, y así como era de esperarse de la mística que envuelve a los samuráis, cuenta la leyenda que Yoshimasha disfrutaba mucho de la ceremonia del té, pero un día su tasa se rompió y le pidió a unos artesanos en China que la repararan, cuando se la devolvieron "reparada" no le gustó el resultado, por lo que, decidió pedir apoyo a los artesanos de su país quienes con un barniz espolvoreado de polvo oro lograron integrar nuevamente la taza, con esto no sólo la repararon, sino que le dieron una nueva identidad en donde el oro celebraba la unión de las piezas que una vez estuvieron separadas.
Pues, lo chévere de esta filosofía es que nos invita a rebelarnos, y que contrario, a lo que nos exige el mundo actual de ser "perfectos y exitosos", nos incita a darnos una segunda oportunidad, a entender que pase lo que pase siempre nos podemos reparar, y que esas experiencias que nos han dejado cicatrices, nos han hecho ser quienes somos, personas más sabias, fuertes y aunque no lo creamos, maravillosas y auténticas, por eso, envés de esconder las cosas que nos han pasado debemos exponerlas con orgullo.
Esa es la razón, por la que esta semana, los invito a rebelarnos, a recordar que sin importar lo que nos haya pasado todos tenemos una segunda oportunidad, que dejemos de lado la máscara de infalibilidad y que recordemos que las cosas difíciles que nos han pasado nos han permitido ser quienes somos ahora, por eso, permitamos que la resiliencia que hemos desarrollado en esas situaciones sea nuestro barniz de oro, que nos demos cuenta que no somos objetos de un “solo uso” y que pase lo que pase siempre nos podemos reparar, convirtiéndonos cada vez en personas más valiosas.
¡Feliz semana de celebrar las personas que nos hemos convertido gracias a nuestras cicatrices!
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