Tamaño de fuente: +

El río de la vida

El río de la vida

Por años, millones de colombianos han construido su vida alrededor de los ríos en el país. El sustento, la biodiversidad, la cultura y la tradición giran en torno a él.

Vea aquí el video conmemorativo del Día Mundial del Agua

“Si hay algo importante para la vida de nosotros es el río”, dice Raúl Rondón, pescador del municipio de Honda, Tolima, mientras camina a orillas del Río Magdalena. Él se deleita con el sonido y contempla el ritmo sincronizado de la corriente.

“El río ha sido y será la vida de nosotros. Mi relación con él es de todos los días, vivo en frente, sé lo que hace a diario, lo conozco cuando está creciendo y cuando está menguando”, cuenta  Raúl, quien reconoce a esta corriente de agua como parte fundamental de su vida.

Así como él, son millones los colombianos que construyen su vida alrededor de los ríos en todo el territorio nacional; de hecho los ecosistemas de agua dulce representan el 10.4 % del país, según cifras de la organización WWF (2018)[1]

Colombia es una nación privilegiada por contar con diversas fuentes hídricas en cada región. Gracias a su ubicación geográfica la riqueza fluvial es sorprendente.

El poder de los ríos no solo radica en su provisión alimentaria a las personas, sino también en la biodiversidad que se encuentran en ellos. Por ejemplo, especies como el delfín rosado, el manatí amazónico, la nutria gigante, el bagre rayado, el caimán llanero, la tortuga charapa, el pato negro, el cucarachero de Apolinar, entre otras  las encontramos en nuestras aguas y representan una gran riqueza biológica en los ecosistemas donde habitan.

Específicamente, en la cuenca alta del  Río Magdalena, habitan 150 especies de aves, como patos, cóndores, águilas y pavas andinas. “Su tramo medio es gobernado por una avifauna migratoria y endémica, representada en garzas azules, reales y blancas, cardenales, periquitos y tórtolas. 244 especies de ‘alados’ se han identificado en la cuenca baja y la llanura del Caribe, de las cuales cuatro se dejaron ver en este recorrido por la principal arteria del país”, reseña un informe de Revista Semana[2].

Además, según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales-Ideam, aproximadamente 30 ríos abastecen de agua a las ciudades principales y el 70% de la energía eléctrica del país es generada gracias a estas fuentes de agua dulce.

“Existen dos criterios principales para evaluar la potencial riqueza y biodiversidad de un río: el primero, entre más grande sea la superficie o el área de una cuenca hidrográfica hay mayor probabilidad de encontrar una mayor diversidad de especies; el segundo, un río que nace en una montaña y atraviesa diferentes pisos térmicos o altitudinales y que cruza varias regiones biogeográficas (páramos, piedemonte, llanos inundables o altillanuras) puede tener mayor biodiversidad y diversidad de ecosistemas”, asegura WWF[3].  Y Colombia es el mejor sitio para ello, sin duda.

Los ríos son proveedores de vida y de sustento, Rosalba Rodríguez, habitante de Honda  recuerda sus días cuando estos caudales le ofrecían la oportunidad de subsistir con la venta de pescado. Sentada en una silla, evoca esos momentos de sajadora de pescado en la plaza de mercado, los compraba y revendía a sus clientes. Mientras mueve su pie con cierto desespero, trata de recordar aquellas especies de peces que llegaban con la subienda, sin duda era un momento de bonanza para todos los que se dedicaban a esta práctica.

Lo que vino con el río

“No podemos entender al río sólo como un cuerpo de agua. El río es alegría, tristeza, vida, muerte y sustento”, dice Alejandro Vargas, Mediador del Museo del Río Magdalena.

Pensar en los canales fluviales en el país va más allá del sustento económico y de todo su valor en la biodiversidad. Por muchos años, fueron el principal canal de comunicación y conexión en el territorio. Mencionar a los ríos, es comprender a Colombia. “Cuando hablamos de ríos es pensar al país desde dos visiones: río arriba y río abajo”, explica Alejandro Vargas.

El asentamiento de muchas comunidades alrededor del Río Magdalena está relacionado con la época de la Conquista, cuando los primeros españoles entraron al territorio, por el río y comenzaron a establecer pueblos ribereños en busca del sustento. “En este ecosistema se unen muchas variables, como la economía, la cultura, la historia, las tradiciones y costumbres”, dice Alejandro.

Los municipios que contaban con puertos eran privilegiados porque eran los sitios que todos mencionaban; por ejemplo, permitía la exportación de productos hacia el mundo. En otras palabras, estos pueblos ribereños tenían y aún tienen, al río como su elemento vital. El Magdalena era y debe serlo nuevamente, la autopista de Colombia. Las épocas de subiendas dejaban muy buenas ganancias a los pescadores. Mientras que los peces nadaban contra la corriente para desovar sus huevos, las personas aprovechaban y capturaban los que más podían.

Así lo cuenta Raúl Rondón, pescador, quien dice que cuando se acercaba la subienda, sabían que con esas ganancias les iba alcanzar todo el año para sobrevivir. Sin embargo, los tiempos han cambiado, “para ganarse lo de hoy en día con una subienda es difícil. Ahora toca vivir del día a día y más con esta subienda que ha sido lamentable para el gremio pesquero”, expresa mirando al río, con un tono de tristeza y voz entrecortada.

Es evidente que el Magdalena dejó de ser ese río imponente por el cual entraron los conquistadores y viajeros en el siglo XVI, dejó de ser la principal vía de comunicación hasta mediados del siglo XX. Hoy, se encuentra amenazado; su fauna se está extinguiendo, su caudal bajó y en gran parte perdió su navegabilidad.

Es difícil escuchar el canto del mono aullador copado en los árboles anunciando la llegada de las lluvias, o las manadas de tucanes dibujando el cielo con sus estridentes colores y ver  caimanes que parecen troncos. El ecosistema se ha deteriorado.

Según un informe de Revista Semana, la modernidad, el progreso y la civilización le ha generado daños irreversibles al Magdalena. Sin embargo, este es un guerrero que desde el Huila en el Páramo de las Papas, donde nace, sigue batallando y a pesar de todos sus desafíos, sigue siendo el río icónico de Colombia, al fin y al cabo, alberga casi el 80 por ciento de la población en su cuenca[4].

Margarita Pinzón Cubillos, Gerente del acueducto veredal del Olivo, en el municipio de Cogua, Cundinamarca, reconoce la importancia de acercar a la comunidad al río, haciendo un buen uso del agua e impulsando proyectos educativos para convertirse en un acueducto modelo ejemplo por su trato con el agua.  “En el uso eficiente del agua de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca somos un modelo de referencia por los planes y programas que tenemos en este aspecto entre los demás acueductos veredales del departamento. Es importante ser responsable, usar, cuidar y tener mucho cuidado con nuestro oro líquido que es el agua”, expresó.

La conciencia colectiva en torno al cuidado del agua tiene que ser un asunto de todos. Si las empresas no implementan proyectos de protección a los ríos; no solo se verían afectados la fauna y flora, sino también las comunidades, así como Raúl y Rosalba, que viven de lo que el río les deje.

“Aquí educamos a nuestros usuarios para que no deforesten alrededor del río Neusa, ya que aproximadamente 4.000 personas (en épocas de vacaciones) se surten de él. Los invito a hacer buen uso del agua en sus casas, teniendo buenas prácticas y normas”, indicó Margarita.

“Ese mismo río que recorrió Gabriel García Márquez en su época de estudiante, yendo y viniendo de su internado en Zipaquirá, a más de dos mil metros por encima de su natal Aracataca”, describe en su texto reseña un informe del Banco de la República [5].

“Desde el primer viaje que realizó en 1943, a bordo del famoso buque David Arango, embarcación insigne de la naviera colombiana, García Márquez quedó fascinado con la palpitante vida que se desplegaba en la arteria fluvial de Colombia. Muchos años después escribiría: “por lo único que quisiera volver a ser niño es para gozar de aquel viaje”, reseña el informe.

Sin duda, el Magdalena ha sido un importante canal fluvial en la historia de nuestro país. Nos ha dado mucho, pero como expresó Raúl con mucha convicción al río: “gracias por darme tanto y perdón por ofrecerte tan poco”.

Vea aquí el video conmemorativo del Día Mundial del Agua


[1] Fuente: https://www.wwf.org.co/?uNewsID=334551

[2] Fuente: https://especiales.semana.com/rios-de-colombia/magdalena.html

[3] Fuente: https://www.wwf.org.co/?unewsid=312210

[4] Fuente:https://especiales.semana.com/rios-de-colombia/magdalena.html

[5] Fuente: https://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-292/el-rio-de-la-vida-el-magdalena-en-la-obra-de-gabriel-garcia-marquez


La opinión expresada en esta entrada de blog es de exclusiva responsabilidad de su autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Pacto Global Red Colombia.

7
El clavo que sobresale
El sector cultural, resiliente en pandemia

Artículos relacionados

 

Comentarios

No hay comentarios por el momento. Sé el primero en enviar un comentario.
Sábado, 23 Noviembre 2024