En el mundo actual, políticos, académicos, empresarios, sociedad civil en general, se han interesado decididamente por comprender y actuar en pro del desarrollo sostenible. En especial, a través de los objetivos y el sentido de la educación superior, la apuesta por comprender y desarrollar qué significa una política educativa ambiental, se ha convertido en un reto muy vigente para el fomento del sector educativo en todos sus niveles. En Colombia, se lanzó precisamente la semana pasada la política de educación ambiental, fomentada por los Ministerios de Educación Nacional y Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. Pudiéramos decir, entonces, que este es “el para qué” de la apuesta por la educación, y deberá ser el principio rector de las Instituciones de Educación Superior (IES). Los actores centrales del acto educativo, es decir, los estudiantes, deben ser educados en el desarrollo sostenible, los profesores deben investigar y publicar al respecto, y el personal comprometido con las Instituciones en su gestión administrativa y académica deberán garantizar que las IES sean también evidencias de un desarrollo sostenible.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se han convertido en un marco común en torno al cual las IES mapean y clasifican sus actividades y alinean activamente su trabajo como, por ejemplo, el Impact Ranking de Times Higher Education. Hablar y trabajar por el desarrollo sostenible tiene el potencial de alertar a la humanidad sobre la necesidad de organizarse diferente, y puede ser un vehículo para el debate y la acción contundente al cambio de modelo de desarrollo que tanto se pide.
Existen formas en que las IES pueden emprender este camino para comprometerse con el desarrollo sostenible. La concepción de una IES es que sirve como agente movilizador para producir beneficios fuera de sí misma. Mediante el desarrollo de sus funciones de docencia e investigativa, se generan conocimientos, habilidades y valores (y, con ellos, productos, servicios y tecnologías) que los individuos y la sociedad requieren. Sin embargo, también podemos ver las IES de una manera diferente, teniendo una existencia real y un valor en sí mismas, en el aquí y ahora. Esta mirada consiste en la generación de ideas sobre lo que se quiere proyectar o expresar para un mundo más humano y solidario entre las personas y con la creación.
Para este propósito podemos tomar prestado el término “constructivo” de Amartya Sen. Esto quiere decir que “la práctica de la democracia brinda a los ciudadanos la oportunidad de aprender unos de otros y ayuda a la sociedad a formar sus valores y prioridades”. En este orden de ideas, las IES deben participar en su responsabilidad constructiva de un mundo nuevo, diferente al que hasta ahora hemos desarrollado.
A través de los diferentes medios formales, como artículos de revistas escritos por académicos, pero también mediante las interacciones en el aula, las discusiones en los cafés, las deliberaciones entre los equipos de proyectos de investigación y la elaboración de estrategias en las reuniones del personal que sirve a la Institución, las IES están invitadas a cumplir constructivamente la promesa del desarrollo sostenible. Y es precisamente ese rol constructivo de la educación superior, crucial para identificar y responder a las deficiencias del pacto mundial, el que debe lograrse para que se generen las condiciones en pro de una concepción más humana y solidaria con el entorno natural.
Artículo publicado originalmente en La República
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