Hay quienes cuando deciden casarse no solo comparten su vida personal, sino también su vida profesional, ese fue el caso de Barbe-Nicole Ponsardin quien en 1798 contrajo matrimonio con François Clicquot.
Los dos eran hijos de importantes empresarios textiles en Reims, pero decidieron dedicarse al incipiente negocio del padre de François de producir sus propios vinos y champañas para luego venderlas por Europa. Aunque sabían que el negocio de la exportación, era peligroso y riesgoso decidieron hacerlo, con tan mala suerte que en 1803 hubo guerra con Gran Bretaña y paralizó el comercio, lo que llevó a la ruina su negocio.
Dos años después, muere François y contrario a lo que dictaba la costumbre de esa época Barbe-Nicole Ponsardin no se dedicó a la vida social, sino a sacar adelante la empresa ahora como propietaria. La inversión para lograr esto, eran tan alta que decidió arriesgar todo su capital y pedirle a su suegro una importante suma de dinero para tal propósito.
Su suegro, contrario también a lo que mandaba la época, decidió apoyarla no solo con recursos sino aconsejándola que recibiera unas clases de un importante experto vínicola durante 4 años que le iba permitir conocer más del negocio y expandirlo. Durante esa época ella decide cambiarle el nombre a la empresa a "Viuda de Clicquot", lo que le dio más respetabilidad a la bebida, pero con el bloqueo naval de la guerra napoleónica el negocio nuevamente estaba en la cuerda floja.
En 1811 tenía una champaña excepcional en sus bodegas pero sin posibilidades de venderla. Entonces, en 1814 al borde de la bancarrota, ya sin opciones, decide mirar a Rusia, burlar el bloqueo y arriesgarse enviando miles de botellas para que conocieran su producto antes de que abrieran las fronteras y su competidor Moët ya conocido en Rusia inundara el mercado.
La jugada le salió bien, a los rusos les encantó su producto y pasó de ser una desconocida a ser "la viuda". Se aumentó la demanda de su producto y se enfrentó a nuevos problemas, necesitaba que su producción fuera más rápida, lo que la llevó a experimentar con el proceso de remover las células de la levadura, proceso clave en la producción de champaña, mandó a abrir unos huecos a la mesa de su cocina y se la llevó a la bodega para poner las botellas de champaña boca abajo, este cambio fue un éxito en la producción, no solo hizo que fuera más rápida, sino que mejorara de manera sustancial la calidad la bebida.
Esta historia me encantó, no solo porque me gusta la champaña, sino porque "la viuda" desafió muchas normas de su época, no tenía la necesidad de dedicarse a ese negocio, pero decide hacerlo y cuando lo hace, saca a esta empresa de la bancarrota y la hace rentable y global. Obvio, como a todos los negocios se le presentan dificultades, pero envés de undirse en ellos, decide enfrentarlos con astucia y logra superarlos con éxito, no solo ayudando a su empresa sino que revolucionó la forma de hacer la champaña en el mundo, la técnica que implementó de las botellas invertidas es el que se sigue haciendo en la actualidad.
Por eso, esta semana quiero invitarlos a que no nos dejemos llevar por lo políticamente correcto, por lo que, se supone que debemos hacer, o lo que se considera que está "bien visto" por la sociedad. En cambio, quiero invitarlos a que le subamos el volúmen a nuestra voz interior, a esa que nos reta a hacer cosas nuevas, maravillosas, grandes y miedosas, pueda que si nos animamos a escucharla no solo descubramos cosas nuevas de nosotros, sino que transformemos la forma en que se hacen las cosas en el mundo.
¡Feliz semana de hacer lo que de verdad queremos hacer!
La opinión expresada en esta entrada de blog es de exclusiva responsabilidad de su autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Pacto Global Red Colombia.