Conectar los valores de la organización con los propósitos en este nuevo y cambiante mundo, demanda liderazgos centrados en principios, confiables y con carácter, lo que no es fácil con los rígidos sistemas y metas atadas a la inmediatez y a resultados financieros ajenos a sus entornos.
Pensar que con las vacunas la crisis está superada, es negar una realidad global que está por resolverse, pues aún no hay claridad sobre el coronavirus, además de negar que, en otras dimensiones, cada vez es mas evidente que las potencias mundiales están en proceso de cambio. China con su tecnología barata, (ahora insuficiente y con problemas de abastecimiento) y con su aproximación diferente al poder y a la economía; Rusia con sus deseos de expansión e intereses en el mundo petrolero – energético; los países musulmanes con sus acciones expansionistas y de control de riquezas; la Unión Europea con sus alianzas porosas, y por último, los Estados Unidos tratando de encontrar caminos de unión. Mientras eso impacta al mundo, en estas latitudes unos caudillos de opereta de tercera categoría están tratando de apropiarse de las riquezas, prometiendo repartirlas, aunque ya sepamos que son dictadores expertos en la “bestiocracia” de robar, traficar y violar derechos.
En este entorno de mareas y tormentas impredecibles, las organizaciones que están creciendo, señalando caminos de progreso y logrando la sostenibilidad, son las que tienen líderes con capacidad de visualizar en ese entorno brumoso las oportunidades. Pero lo anterior no es suficiente para ser un buen líder en estos tiempos, ya que el nuevo entorno y la coyuntura han afectado a los equipos de trabajo que realmente están sufriendo con la incertidumbre, los miedos y las perdidas y en consecuencia necesitan líderes que con interés autentico, transparencia y empatía generen diálogos y conviertan toda esa energía en cooperación, en formas de innovación y en nuevos desarrollos de productos y mercados.
En cuanto a inspirar a las personas, la formula mágica y única es a través del ejemplo con comportamientos éticos, con habilidades para conocer el entorno e identificar riesgos, así mismo honrando compromisos, desarrollando equipos a través de la formación y las oportunidades; en resumen, ser confiable.
El líder actual sabe que, para el manejo de equipos remotos, debe crear nuevas rutinas que aseguren el entendimiento de los propósitos y la metas. Es por ello que tiene que saber comunicar, escuchar y ser flexible para incentivar los procesos de innovación; es decir, ser el mejor coequipero.
Estos tiempos nos han llevado a entender también la importancia de la “coopetencia”, un término que une dos elementos: cooperación y competencia, como un concepto que permite reconocer las fortalezas de cada uno en el entendimiento, que recoge la idea que para avanzar necesitamos de las capacidades de todos, que las alianzas son formas de hacer y ser mejores en la creación de valor para la empresa, los empleados, los clientes, los proveedores y la sociedad. En conclusión, el nuevo líder debe tener las competencias y habilidades para hacer sostenible la vida, las relaciones y el entorno.
Artículo publicado originalmente en La República
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