Hemos entrado en una nueva etapa, en el año 2020 que se cuenta entre un trimestre y la pandemia. Un año que nos ha querido mostrar lo que sabíamos frente a la inequidad social en nuestra realidad pero que ante la crisis desatada por una pandemia la hizo más palpable.
Es una verdad de Perogrullo decir que la inequidad se enfoca en los grupos vulnerables y minorías y seguro que de esto no escapa el sector moda por lo cual queremos traerlo a colación, a través de lo que se conoce como la apropiación cultural y que en palabras sencillas se podría definir como la utilización de símbolos, técnicas, diseños y elementos propios de una cultura o grupo vulnerable sin su respectiva autorización y que generalmente son comunidades étnicas.
¿Ha escuchado alguna vez que una colección haya estado inspirada en una comunidad determinada?, ¿ha caído en la tentación de comprar unos aretes con unas figuras espectaculares que provienen de cierto grupo indígena?, ¿ha sentido atracción por una prenda cuyo estampado en arabescos tienen la influencia de tal o cual cultura?
Pues bien, ni las grandes marcas de lujo han escapado a esta práctica que con los años ha empezado a ser más denunciada públicamente al punto de tener que generarse legislación al respecto en varios países para proteger el patrimonio cultural que se encuentra en estos elementos.
Pasa por este debate el uso del nombre de la típica prenda japonesa como marca, el kimono, pasando por la venta de pareos utilizados por los hombres en regiones asiáticas y vendidas a precios que serían inalcanzables para ellos en otras partes del mundo o para tener un ejemplo más cercano, la fabricación de sombreros vueltiaos en otras latitudes a días de distancia en viajes en avión de Chinú, Córdoba.
La sostenibilidad en este sentido se aborda desde lo cultural particularmente pues muchas veces se ha hecho uso de elementos y simbologías primero desde el desconocimiento de su significado que puede variar desde lo místico hasta lo jerárquico, segundo desde la no autorización de la comunidad dueña de ese patrimonio para poder ser utilizado y tercero, la no compensación al respectivo grupo por su utilización porque ello está generando ingresos a alguien y los verdaderos propietarios no ven un beneficio económico, de desarrollo o de bienestar en diversos sentidos frente a este uso.
En una época en la que valores como la solidaridad se fortalecen y la necesidad de apoyar lo local son imperantes, la cocreación se vuelve una herramienta fundamental para rescatar lo autóctono, lo artesanal y de esta manera con la colaboración de los grupos vulnerables subyace una oportunidad de desarrollar una industria que reconozca el valor lo autóctono, respetando su significado y ayudando a su desarrollo justo.
Apropiémonos de lo nuestro conociendo, protegiendo y respetando lo perteneciente a cada cultura y en el caso de brindar colaboraciones, valoremos y remuneremos de una forma adecuada la participación de estas comunidades por lo que les corresponde.
La producción sostenible y el consumo consciente también derivan en estos temas así que cuestionémonos frente a la protección del patrimonio de nuestros artesanos y comunidades vulnerables; seguro que será una forma amable de contribuir con la sostenibilidad. Apropiémonos de nuestra responsabilidad.
La opinión expresada en esta entrada de blog es de exclusiva responsabilidad de su autor y no necesariamente reflejan el punto de vista de Pacto Global Red Colombia.