Sostenibilidad y gobernanza
Ya no podemos pensar solo desde un criterio utilitarista de eficiencia y productividad.
En las últimas décadas los llamados a trabajar por un desarrollo sostenible, se han incrementado en frecuencia y en urgencia. A diario se publican cifras alarmantes que convocan a una nueva conciencia y la importancia de implementar acciones que permitan cambiar el rumbo del planeta, de nuestra casa común.
En la Encíclica Laudato Si se hace énfasis que ya no se puede hablar de Desarrollo Sostenible sin una solidaridad intergeneracional. Cuando pensamos en la situación en que se deja el planeta a las generaciones futuras, entramos en otra lógica, la del don gratuito que recibimos y comunicamos. Si la tierra nos es donada, ya no podemos pensar solo desde un criterio utilitarista de eficiencia y productividad para el beneficio individual. No estamos hablando de una actitud opcional, sino de una cuestión básica de justicia, ya que la tierra que recibimos pertenece también a los que vendrán.
Por su parte, Porter lleva esta visión intergeneracional a las empresas explicando que estas “…ya no pueden contentarse con monitorear solo los obvios impactos sociales del presente sin un cuidadoso proceso que identifique los cambiantes efectos sociales del mañana, las empresas pueden arriesgar su propia supervivencia”.
Este marco de responsabilidad frente a las generaciones futuras y la necesidad urgente de involucramiento desde las organizaciones a las demandas de la sociedad, la sostenibilidad, es la respuesta para ello, concibiéndola como el principio integrador de la competitividad, el desarrollo con equidad y la base para construir la paz.
Para avanzar hacia la gestión de una organización con desarrollo sostenible, esta debe tener, entre otros aspectos: una visión sistémica de la realidad de la sociedad, concebir que esta gestión es un proceso permanente y a largo plazo, realizar rendición de cuentas de forma transparente, crear un nuevo estilo de gobernanza para que la toma de decisiones permita pasar del discurso a la acción y con todo ello involucrarse en la Agenda mundial 2030 para aportar a los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Un factor crítico de éxito para alcanzar el Desarrollo Sostenible es la gobernanza, porque, dependiendo del estilo de gobernabilidad organizacional, se puede o no despertar la voluntad y la toma de la decisión de implementar los modelos de gestión que protejan la casa común.
La buena gobernanza, explica Jeffrey Sachs, implica un compromiso con el desarrollo sostenible y debe regirse como mínimo por los principios de responsabilidad para que las empresas respondan por sus actos, la transparencia para dar a conocer las acciones y comportamientos, evitando secretismos y evadir responsabilidades, y la participación al establecer mecanismos claros de involucramiento de los grupos de interés en la toma de decisiones.
Para implementar este nuevo estilo de gobernanza, se requiere de líderes éticos que agreguen valor con su gestión responsable, basada en el mejoramiento continuo y alimentado de la participación de sus colaboradores y sus grupos de interés en la construcción conjunta del proyecto de organización. Esto implica crear una cultura de la confianza, promover la cooperación, fomentar la innovación y el desarrollo personal. En palabras de Adela Cortina: “…para dirigir bien ya no basta con saber administrar y gestionar bien, es preciso comunicar eficazmente y ejercer un liderazgo integral”.
[Vía Diario La República] Un artículo de Sandra I. Fuentes Martínez.