Joyería sostenible: tres marcas colombianas a las que seguirles el rastro
Por: Laura Alejandra Albarracín Restrepo
Filamental, Vivi Troya y Juliana Vergara Jewerly le apuestan a una producción más ecoamigable
Cuando se señala a los sectores que dejan una fuerte huella ambiental, la moda ocupa los primeros lugares. Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, para 2019 esta era la industria más contaminante del mundo, pues utiliza 93.000 millones de metros cúbicos de agua cada año y libera en los océanos una cantidad de microfibra equivalente a tres millones de barriles de petróleo. Pero pocas veces se habla de la joyería y del impacto que la extracción minera causa.
Colombia es un país con potencial minero. La extracción de oro, plata y esmeraldas ha fortalecido a este sector, que tiene un fuerte componente de ilegalidad, que permea hasta los productos finales como las joyas.
Luisa Fernanda Carvajal Díaz, docente de la cátedra de Ingeniería de Reacciones de la Universidad EAN, señala que “lastimosamente hoy no existe una ruta clara que le certifique a un comprador de minerales y piedras preciosas a pequeña escala, como los joyeros, que estos elementos son legales”.
Esto representa -advierte la académica- un gran peligro, pues la minería ilegal no sigue los protocolos básicos para la extracción.
“El riesgo más grande es que el minero ilegal hace sus campamentos en algún punto, no hace estudios ni mide impactos, se lleva el material, dejando huellas. Si tiene que talar árboles, los tala, y le da lo mismo lavar el oro que extraen con mercurio en una quebrada que abastece a cinco acueductos”, explica.
Como una alternativa para mitigar dicho impacto, la joyería sostenible se ha ido posicionando como una tendencia que responde a las preocupaciones de consumidores y productores más conscientes. En el país, tres ejemplos de ello son Filamental, Juliana Vergara joyería y Vivi Troya.
Al uso de plata reciclada como su aporte a la sostenibilidad, Julia Vergara le suma la reforestación. Para lograrlo, lo que hace es que con parte de lo que vende compra metros cuadrados a O2 Reserve, una empresa que se dedica a reforestar y preservar el Magdalena Medio con el objetivo de devolverle el corredor al jaguar.
Sobre la plata reciclada, la joyera explica que sus proveedores la extraen de la “chatarra”, pues algunos electrodomésticos contienen un pequeño porcentaje que se recoge, purifica y se vende. También se reutiliza la plata que queda en el fondo de los pozos que se usan para los baños de oro y plata.
Sus artículos están disponibles para compra a través de la página web y de Instagram. Además, tienen un espacio en tiendas multimarca del país como St. Dom, en Bogotá; Bahué, en Cartagena, y Aguamanil, en Medellín.
“Yo he sentido una buena respuesta por parte de la gente porque ahora se valora mucho el querer proteger el planeta en el que vivimos y he notado que las personas se sorprende de manera positiva viendo el diseño, porque a veces se asocia la ecología a diseños más artesanales o ‘hippies’, pero cuando la gente ve el contraste de mi joyería acompañado por factores de sostenibilidad, incluso social, se sorprenden. Muchas veces a la joyería no se le da ese peso de acompañar la sostenibilidad por ser decorativa”, puntualiza.
Su taller está ubicado en Medellín y desde allí se encarga de todo el proceso de producción, con apoyo de su hermana y de una joven con discapacidad auditiva que no la ha tenido fácil en el mundo laboral. Así, el emprendimiento de la joyería formada en Europa también le apuesta a la sostenibilidad social, insertando en el mercado a alguien que por su situación de vulnerabilidad no ha tenido oportunidades.
Filamental: innovadora, juvenil y divertida
Hace tres años, Daniela Corredor Guerrero y Víctor Andrés Castillo decidieron emprender. Uniendo sus conocimientos como diseñadora y arquitecto, se lanzaron a experimentar con la impresión 3D.
Su objetivo era crear una marca diferente, sacando el máximo provecho de estas impresoras y del filamento PLA, un bioplástico 100 % a base de maíz y compostable, que al transformarse en las piezas de joyería tiene enormes ventajas como la resistencia y el peso ligero.
Esta pareja de santandereanos está comprometida con generar la menor huella posible, por eso procuran hacer todo bajo pedido, excepto cuando participan en una feria, como en Colombiamoda, donde su estand permanecía lleno de curiosos que se acercaban a ver los coloridos earcuff, un arete que se puede utilizar sin necesidad de perforación y se han convertido en tendencia para mujeres y hombres.
Con el trabajo de cuatro personas y 18 impresoras, aspiran a que esta temporada alta se iguale o aun supere la producción de mitad de año, y aunque no tienen tienda física, los accesorios están disponibles en su página web y en su Instagram, @Filamental_col.
"No sabíamos que los earcuff iban a ser nuestro producto más vendido. Una vez prestamos unas candongas chiquitas y alguien se los puso así, como si fuera un piercing, y empezamos a sacarlo hace un año. Son cómodos, livianos, sin género y al día siguiente las personas se lo pueden quitar y ponerse su saco y corbata”, asegura Corredor.
Con este accesorio y con los aretes Filamental se ha ido posicionando como una alternativa más amigable con el ambiente, juvenil y divertida.
“Hace dos años, con la pandemia, los accesorios empezaron a promocionarse más por las videollamadas y se incrementó el uso de aretes grandes y eso fue bueno para nosotros. Ahora vuelve lo pequeño, sin perder lo colorido, pero también nos parecía importante crear accesorios que fueran fáciles de combinar”, dice el arquitecto.
Por eso en su nueva colección Suite 44 experimentan con metales, mezclándolos con el filoplástico. También lanzarán charms, (dijes) con letras para armar palabras y que cada comprador pueda personalizar su accesorio. El lanzamiento se dará en dos etapas, una el próximo 27 de noviembre y la siguiente en diciembre, más cercana a las festividades.
El rango de precios va de $ 45.000 a $ 380.000 que vale el bolso, un artículo que les toma hasta 16 horas de impresión.
Vivi Troya: accesorios con significado
Como una persona que creció en Pasto, con el volcán Galeras como un eje gravitatorio de la ciudad, Vivi Troya siempre se ha sentido conectada con la fuerza de la naturaleza y le ha dado prioridad como artista y ahora como joyera a esa relación.
A esta joven creativa también la mueve el significado de las joyas, que en las familias se convierten en reliquias que se heredan de abuelas a nietas o de madres a hijas. Por eso, en la marca que lleva su nombre, Vivi Troya se esmera para que cada pieza sea coherente con los valores propios y de sus clientes.
“En Colombia hay una informalidad increíble para comprar oro o plata. Nadie sabe de dónde sale, no te dan factura, todo se paga en efectivo, y la mayoría de joyeros funcionan así. No hay rastro y a nadie le importa, pero estas cosas ilegales están conectadas con más cosas ilegales”, señala Troya.
Y en su búsqueda por proveedores certificados se topó con Fairmined, una organización liderada por colombianos que se dedica a entregar sellos de aseguramiento que certifican el origen del oro y plata, extraídos por organizaciones mineras artesanales y de pequeña escala.
“Con la licencia tú puedes hacer la trazabilidad de todo, y yo también adquiero una responsabilidad muy grande de documentar cómo lo utilizo”, explica.
En esa misma línea de sostenibilidad, las joyas que están hechas con productos de calidad tienen una mayor duración que aquellas que son en otras aleaciones.
“Muchos de mis clientes son personas que están haciendo sus primeras joyas en oro, gente que está haciendo la colección de su vida y es importante que estén alineados con sus valores. Comprar una pieza de Vivi Troya es para toda la vida”, dice.
También tiene una línea de accesorios en plata que cuenta con el mismo sello de Fairmined y son más asequibles. Según la diseñadora, un anillo en oro puede valer desde 1 millón de pesos en adelante, mientras que para los accesorios en plata los precios oscilan entre los $ 100.000 y los $ 500.000, dependiendo de la pieza y de las piedras que lleve.
“Quería que fuera más competitiva a la joyería de moda porque a veces veo joyas de $ 600.000 o $700.000, pero que son en baño en oro o baño en plata y eso es algo que se va a desgastar con el tiempo”, señala Troya y añade que los anillos de compromiso son su fuerte y en ese caso, el presupuesto se ajusta al del cliente.
La joven artista espera que, a través de sus accesorios atemporales, aquellas personas que los adquieran atesoren una pieza con significado personal mientras aportan a la sostenibilidad ambiental.
Fuente: EL TIEMPO