Especies en peligro: el futuro incierto

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En un mundo donde la biodiversidad enfrenta amenazas sin precedentes, más de 42.100 especies están al borde de la extinción, según la UICN y Colombia, con su riqueza natural incomparable, no escapa a esta crisis.

Por: Nátaly Londoño Laura En el 2024, el mundo de la biodiversidad contuvo la respiración ante el miedo y la posibilidad de sumar nuevos nombres a la lista de especies extintas. Los informes oficiales no confirmaron la desaparición definitiva de ningún animal este año, lo cual no es necesariamente motivo de alivio, pues la ausencia de registros no implica que los ecosistemas hayan dejado de tambalearse ante la presión humana.

Mientras tanto, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) —una red medioambiental que agrupa a más de 80 estados, 111 agencias gubernamentales, 784 ONG nacionales, 89 ONG internacionales, 34 agencias afiliadas y a unos 1.000 científicos y expertos de todo el mundo, desde 1948—, actualizó su Lista Roja —un inventario global que informa sobre el estado de conservación de las especies de animales, hongos y plantas en nueve categorías que van desde “No Evaluado” (NE) hasta “Extinto” (EX), siendo “Vulnerable” (VU), “En Peligro” (EN) y “En Peligro Crítico” (CR) las más graves dentro de las especies en amenaza, con el fin de convertirse en una guía para catalizar la acción en favor de la biodiversidad—, subrayando que más de 42.100 especies de animales están amenazadas de extinción.

En el contexto mundial, los retos son abrumadores, y la deforestación, el cambio climático, la contaminación y la introducción de especies invasoras son algunas de las principales amenazas a las que se ven enfrentados hoy los ecosistemas, y por consiguiente, todo lo que en ellos habita. Por ejemplo, el guepardo (Acinonyx jubatus), una especie emblemática de África y del suroeste de Asia, y el único representante vivo del género Acinonyx, ha visto su población reducirse a unos 6.500 individuos maduros, distribuidos en fragmentos cada vez más pequeños. “La presión de las zonas urbanas, la agricultura y la minería han afectado severamente su entorno”, reportó la UICN.

De igual forma, la situación de los corales formadores de arrecifes es alarmante, ya que estos animales marinos invertebrados que viven en colonias y forman arrecifes, están desapareciendo a un ritmo sin precedentes, según la misma UICN, quien informó que el 36% de estas especies enfrenta riesgos críticos como el aumento de la temperatura del agua, la acidificación de los océanos y la contaminación: “Cada coral perdido representa no solo un golpe para las especies que dependen de él, sino también para las comunidades humanas que viven de los recursos marinos”.

En Colombia, uno de los países con mayor biodiversidad de la Tierra, el panorama es especialmente crítico. En febrero de 2024, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible renovó la lista de especies amenazadas, revelando que 760 de fauna están en peligro, de las cuales 277 son nuevas adiciones, entre las que destacan el tití cabeciblanco, el pez sierra y el manatí amazónico, golpeadas gravemente por la deforestación y el comercio ilegal.

El caso del tití cabeciblanco (Saguinus oedipus) es particularmente alarmante, porque sin importar que sea endémico de los bosques secos tropicales del Caribe colombiano, perdió gran parte de su hábitat debido a la expansión agrícola y la urbanización, y está expuesto constantemente al peligro de ser traficado como mascota exótica. Del mismo modo, el manatí amazónico (Trichechus inunguis), un gigante apacible de los ríos y lagunas de agua dulce, enfrenta amenazas derivadas de la contaminación, las redes de pesca y la caza furtiva.

Otro caso que llama la atención en los ecosistemas acuáticos colombianos, es el del pez sierra (Pristis pectinata), también catalogado como en Peligro Crítico (CR). Estos peces, conocidos por sus largas hoces dentadas, se vieron muy afectados por la pesca indiscriminada y la destrucción de sus hábitats en los ríos y estuarios donde viven. “La presión de la pesca comercial y la captura accidental en redes han reducido drásticamente sus poblaciones”, informó el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

Y aún así, ninguna historia en la biodiversidad colombiana ha capturado tanto misterio como la del pez graso (Rhizosomichthys totae), una especie endémica del Lago de Tota, que fue descubierto en 1942 por el investigador Cecil Miles, y que no se ha visto en su hábitat natural desde 1957, pese a las búsquedas intensivas realizadas durante décadas. “El pez graso ya había sido considerado extinto en 2012 hasta que en 2016 fue reclasificado como en ‘Peligro Crítico, posiblemente extinto’, dada la falta de evidencia concluyente”, explicó Carlos A. Lasso, investigador del Instituto Humboldt.

No obstante, la historia de este vertebrado acuático tomó un rumbo nuevo desde 2023 debido a que una tecnología conocida como metabarcoding fue empleada en el Lago de Tota para buscar rastros de ADN ambiental que pudieran confirmar su existencia, aunque los resultados no fueron alentadores, debido a que “la preservación en formalina de los ejemplares recolectados en el pasado dañó el material genético, dificultando la comparación con las secuencias obtenidas del lago”, señaló Susana Caballero, experta en genética para la conservación. Es decir, todavía no se detectaron rastros de ADN del pez y las investigaciones continúan, incluyendo una revisión histórica de documentos que podrían arrojar luz sobre su posible desaparición.

 Pero, no todo está perdido y una prueba de ello es la historia del lince ibérico (Lynx pardinus), que se erige como un caso esperanzador. Este felino, que estuvo al borde de la extinción con solo 62 individuos maduros en 2001, ahora cuenta con más de 648 ejemplares gracias a programas de reproducción en cautiverio y reintroducción. “El caso del lince demuestra que las campañas de conservación bien implementadas pueden revertir el destino de una especie”, destacó la UICN. Y es que el éxito de esta campaña ha sido posible gracias a la colaboración entre gobiernos, organizaciones y comunidades locales, demostrando que la intervención puede ser clave para revertir tendencias destructivas.

pix e3cb8Desde la deforestación hasta el cambio climático, cada una de estas especies enfrenta amenazas que exigen acciones inmediatas para su conservación

Ahora, Colombia, con su vastedad biológica, enfrenta un desafío monumental que se demuestra en la nueva lista de especies amenazadas, que manifiesta incrementos significativos en las categorías de amenaza: las especies en Peligro Crítico (CR) pasaron de 182 en 2017 a 466 en 2024, y las Vulnerables (VU) aumentaron de 687 a 838, reflejando una crisis ecológica y la necesidad de acciones concretas para preservar los ecosistemas.

La diversidad biológica, fundamental para el equilibrio de los ecosistemas y el bienestar humano, está al borde de una sexta extinción masiva. Pero la historia del lince ibérico y los esfuerzos en curso para rescatar al pez graso son recordatorios de que la vida, con su intrincada red de interacciones y dependencias, sigue pendiendo de un hilo, y su conservación depende de un esfuerzo global que incluya tanto a gobiernos como a ciudadanos.

Fuente: EL COLOMBIANO