En Colombia se caza a los furtivos, no a los narcotraficantes
Una unidad policial de cuatro años de antigüedad rescata fauna exótica vendida en el mercado negro internacional.
Traducido por: Ángela Gómez
Cali, Colombia -
El 20 de enero de 2023, un grupo especial colombiano irrumpió en una casa de esta ciudad en busca de contrabando. Casi una docena de agentes se dispersaron por toda la casa, registrando todas las habitaciones, mirando en armarios y roperos y hurgando bajo camas y sofás hasta que encontraron lo que buscaban en una caja de cartón: una enorme pitón de manchas amarillas de tres metros de largo.
Siguiendo buscando, los agentes descubrieron también dos tortugas taricaya -una especie autóctona de los afluentes de agua dulce del Amazonas, catalogada como "vulnerable" por los conservacionistas- escondidas en un patio de cemento.
El rescate de la fauna robada fue el resultado de una operación encubierta dirigida por una unidad de investigación en ciernes que tiene como objetivo el tráfico de especies silvestres -no de drogas- en Colombia.
Mientras que las fuerzas del orden colombianas siguen dedicando gran parte de sus recursos a combatir a los narcotraficantes, el gobierno decidió hace cuatro años tomar medidas enérgicas también contra el tráfico furtivo de especies silvestres, un lucrativo negocio que genera en todo el mundo 23.000 millones de dólares de ingresos anuales.
Colombia, uno de los países con mayor biodiversidad del mundo, es cada vez más vulnerable al tráfico ilícito de vida silvestre; en 2023, la unidad de investigación de vida silvestre rescató tres animales traficados cada hora en promedio, o 28.025 en total.
"Debido al contexto del país, la policía solía centrarse en los grupos armados, los rebeldes, el narcotráfico, etc., en lugar de los problemas ambientales", dijo a Al Jazeera Cristian Mesa, jefe de la unidad policial colombiana que investiga delitos ambientales. "Eso está cambiando".
Con dos océanos, la cordillera de los Andes y segmentos del vasto Amazonas, Colombia y sus innumerables microclimas albergan más de 67.000 especies de fauna y flora. Y de esas selvas tropicales, costas vírgenes y montañas elevadas, los traficantes arrancan decenas de animales salvajes para venderlos en el mercado negro, poniendo en peligro ecosistemas raros y la supervivencia de especies que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo.
"Si eliminas suficientes individuos de una especie endémica, vas a extinguirla por completo", afirma Silvia Vejarano, bióloga del Fondo Mundial para la Naturaleza, una organización conservacionista sin ánimo de lucro con sede en Suiza. "Pero si no es una especie endémica, sigue cumpliendo un papel importante en el ecosistema, ya sea dispersando semillas, polinizando o cazando otras especies que, si no se controlan, van a alterar extremadamente el ecosistema".
Símbolos de estatus, con escamas
En los últimos años, a medida que Colombia ha ampliado sus esfuerzos para proteger su riqueza natural, el país sudamericano ha formado a unos 100 agentes para investigar el tráfico de fauna salvaje y ha intensificado sus operaciones, tanto en tamaño como en alcance. Mesa explicó que la policía se vio obligada a crear esta unidad especializada en parte como respuesta tanto al crecimiento del comercio clandestino de especies silvestres como a la creciente sofisticación de los traficantes, que se han organizado para sacar provecho de la floreciente demanda de mascotas exóticas que se disparó durante la pandemia de coronavirus. El año pasado, la unidad desmanteló 34 organizaciones delictivas dedicadas al tráfico ilegal de animales.
"Antes teníamos muy poco personal formado y cualificado para investigar el tráfico de animales salvajes. Así que cuando vimos estas carencias y los [impactos] que estaba causando el tráfico, decidimos reforzar el grupo de investigación", declaró Mesa a Al Jazeera.
Los cazadores furtivos y los comerciantes de fauna silvestre suelen transportar la fauna desde zonas remotas a las ciudades, utilizando las mismas rutas empleadas por los narcotraficantes, aunque atraen bastante menos la atención de las fuerzas del orden, según Mesa. Los traficantes de fauna silvestre suelen guardar los animales en paquetes utilizados por los servicios de transporte nacionales, o en maletas transportadas a través de los aeropuertos a clientes tan lejanos como Europa y Asia.
El tráfico de animales salvajes, que antes se realizaba abiertamente en las carreteras interurbanas y en los mercados de alimentos, ha pasado a la clandestinidad desde la pandemia, y ahora los guacamayos y los monos se anuncian en Internet en grupos de Facebook, chats de WhatsApp y páginas de Instagram. En muchos casos de tráfico, la venta comienza con el clic de un ratón.
Catalina Ocampo-Carvajal, bióloga y fundadora de una cuenta de Twitter que recoge denuncias ciudadanas de tráfico de animales salvajes, dice que ha visto todo tipo de animales exóticos vendidos en Internet, desde raras ranas venenosas arlequín hasta guacamayos multicolores, pasando por el tamarino cabeza de algodón, en peligro crítico de extinción.
"La gente sigue comprando animales exóticos (...) porque son una señal de estatus para las personas. Así que la gente cree que poseer animales no domésticos les da un poco más de popularidad entre sus amigos y redes sociales", declaró a Al Jazeera.
Atrapar a los furtivos con las mismas tácticas que a los traficantes
Otros expertos señalaron que poseer animales salvajes como loros o guacamayas sigue siendo una tradición cultural en algunas partes de Colombia y los compradores pueden incluso no ser conscientes de que es ilegal.
Como era de esperar, las tácticas empleadas por la policía para atrapar a los cazadores furtivos son un reflejo de las utilizadas por la policía para atrapar a los traficantes. Dos investigadores de la policía se encargan de vigilar estas transacciones ilícitas, examinando minuciosamente las redes sociales en busca de pruebas. Pero después de denunciar y borrar las páginas, otras nuevas ocupan su lugar, explica Mesa. Meta, la empresa propietaria de Facebook, Instagram y WhatsApp, no respondió a las solicitudes de comentarios sobre los esfuerzos para prevenir el tráfico ilegal de especies silvestres en sus sitios web.
Además de rastrear las cuentas de las redes sociales, la policía también actúa de incógnito, tomando prestadas tácticas utilizadas por la policía para detener a narcotraficantes. El año pasado, tras identificar en Internet a un traficante que intentaba vender una pitón de tres metros, un agente encubierto se hizo pasar por comprador, concertó una cita con él, hizo un pago inicial y fijó una fecha para recoger la serpiente en casa del vendedor. El 20 de enero del año pasado, un equipo de la policía y de las autoridades medioambientales llegó a la puerta del traficante, rescatando la pitón y dos tortugas con las que tropezaron como resultado de la búsqueda.
En 2021, los legisladores colombianos tipificaron como delito el tráfico de fauna silvestre, que conlleva penas de entre cinco y 11,25 años de cárcel. La unidad de investigación ha permitido a Colombia realizar arrestos de alto perfil que no habrían sido posibles en el pasado, como el de Nancy González, una diseñadora de moda que utilizó las pieles de animales traficados para fabricar bolsos de lujo y fue extraditada a Estados Unidos el año pasado por cargos de tráfico de vida silvestre.
Pero los acusados rara vez pasan más de unos días en la cárcel, según Mesa. El hombre detenido por intentar vender la pitón, por ejemplo, quedó en libertad a la espera de juicio.
Además, los animales objeto de tráfico no salen bien parados. Entre el 50 y el 80 por ciento mueren en tránsito debido a las duras condiciones, según Mesa. Pero la pareja de tortugas y la pitón rescatadas por las autoridades sobrevivieron a la terrible experiencia.
Un zoológico de la cálida provincia de Tolima adoptó a la pitón de escamas amarillas rescatada, una especie originaria de África, Asia y Oceanía. La serpiente vivirá probablemente el resto de su vida en cautividad, según Andrés Posada, biólogo que trabaja con la autoridad medioambiental de Cali.
Por otra parte, la pareja de tortugas taricaya fue devuelta a un cauce provincial, lo que representa una modesta victoria para una especie en posible peligro de extinción.
Según los expertos, estos resultados son poco frecuentes en este tipo de trabajo, pero hacen que Mesa, el investigador policial, siga adelante. "Todos los animales desempeñan una función en la naturaleza, así que uno se siente satisfecho sabiendo que no sólo ayuda a un animal, sino que beneficia a todo el mundo", afirma.
Fuente: ALJAZEERA