El nuevo edificio Universidad Ean de Bogotá, logró la certificación en la categoría Oro del programa LEED
“Cradle to Cradle” o “De la cuna a la cuna” es el nombre con el que el arquitecto estadounidense William McDonough bautizó su método de diseño y, en términos generales, su filosofía sobre cómo deberíamos interactuar los seres humanos con el planeta. Se refiere a una idea circular de la economía, la producción y la vida, en la que todos los productos, al final de su etapa útil, puedan ser reincorporados a los ciclos naturales de la tierra de manera segura, beneficiosa y positiva, sin generar residuos, basuras o elementos que deban desecharse.
Adhiriéndose estrictamente a esta filosofía, McDonough desarrolló el diseño arquitectónico del edificio Ean Legacy, en Bogotá, que con sus 20.000 metros cuadrados, distribuidos en diez pisos, se convierte en la más reciente adición a la infraestructura de la Universidad Ean. Su método de diseño permitió que el edificio obtuviera la certificación del programa LEED en la categoría Oro, gracias a una estrategia ambiental que genera un ahorro de energía del 32 % y una reducción en el consumo de agua potable del 35 %, entre otros. Esto se logra a partir de un meticuloso proceso arquitectónico cuyo centro es la sostenibilidad.
Entre sus estrategias están una fachada que maximiza el ingreso de luz a los espacios habitables, minimiza los consumos de energía en términos de iluminación, y potencia la ventilación natural a través de corrientes cruzadas, lo cual crea un ambiente confortable y óptimo para el aprendizaje y la productividad, además de reducir al máximo la emisión de gases de efecto invernadero. Adicionalmente, el 99 % de los residuos originados en el proceso de construcción fueron reciclados y reutilizados, en consonancia con los postulados de su filosofía de diseño.
Paralelamente, la firma colombiana AEI Spaces desarrolló el diseño interior, que sigue y complementa los dictados del proyecto arquitectónico de McDonough. Su enfoque principal está en la humanización de las áreas, en proporcionar un ambiente sano y positivo para los miembros de la comunidad y en un entendimiento contemporáneo de cómo funcionan los edificios educativos. “La educación actual es un ejercicio mucho más interactivo. Mientras en el pasado todo giraba en torno a las aulas y a la clase magistral, hoy se requieren espacios personalizados, diversos y flexibles, que permitan mayores posibilidades de socialización y de convivencia positiva”, comenta Ángela Meneses, socia de la firma, quien estuvo a cargo de la coordinación del proyecto.
“Son espacios pensados para enaltecer al ser humano de forma incluyente, lugares para estudiantes y profesores que permitan aprender, compartir, sonreír, expresar emociones y sentimientos”. De esta manera aparecen, además de las tradicionales aulas y oficinas, ambientes privados aptos para la concentración, otros más abiertos cuyo objetivo es potenciar la conversación, interacción y actividades de lluvia de ideas. Asimismo, se generan zonas propicias para el silencio, el descanso y el sueño, donde los miembros de la universidad pueden recuperar sus energías, y otros como la tarima ubicada en el acceso, que más allá de ser un área de estar ofrece la posibilidad de realizar eventos culturales y musicales.
La flexibilidad de uso, la personalización y el énfasis en la humanización, socialización e interacción la implementaron no solo en los espacios educativos, sino también en las zonas de oficinas y administración. Esto significó un cambio importante para el equipo administrativo, con mayores áreas abiertas, ambientes colaborativos para conversaciones informales y casuales, y salas de reuniones para quienes requieren privacidad.
Así, la vicerrectoría de innovación, encargada de apoyar los planes de emprendimiento de los estudiantes y graduados, fue ubicada en el primer piso, en donde su infraestructura ofrece, igualmente, espacios de trabajo y talleres para la comunidad. En el segundo piso están las áreas de trabajo para los funcionarios que tienen más contacto con los estudiantes y con los aspirantes interesados en conocer la universidad. Su diseño genera un espacio experiencial, un circuito que habla de la identidad de la Ean y se desliga de la tradicional oficina para trámites. En los niveles superiores están las zonas de oficinas, incluidas la rectoría y las oficinas de los fundadores de la institución, que respiran también un ambiente saludable y natural, en el que ocurren interacciones agradables, casuales o formales, entre todos los empleados. La biofilia –el sentido de conexión con la naturaleza– se percibe a lo largo y ancho de todos los espacios.
A través de la constante presencia de vegetación, por medio de la escogencia de materiales, texturas y colores, y gracias a la permanente interacción con la luz y la ventilación natural, el espíritu del ser humano se enlaza con sus semejantes, con su entorno y se enriquece al interior de estos ambientes.
Fuente: Revista AXXIS