Cómo narrar el impacto social a través de historias

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Por: Annie Neimand

Superar las fórmulas simplistas del cambio social implica explorar a fondo emociones humanas auténticas y contar buenas historias, basadas en hechos reales.

Para las organizaciones es importante contar historias sobre su impacto a fin de que las personas sepan cuál es su labor, por qué la llevan a cabo y por qué deben seguir recibiendo fondos para sus actividades. Sin embargo, la mayoría de las organizaciones no narran sus historias con un inicio, un desarrollo y un desenlace claros, con un conflicto y una resolución, ni presentan personajes y escenarios. 

Como parte de mi trabajo con los colaboradores del Center for Public Interest Communications (Centro de Comunicaciones de Interés Público) sobre la ciencia de la construcción de historias, hemos identificado estos elementos narrativos fundamentales para compartir historias convincentes. Sin embargo, en sus sitios web o informes anuales, las organizaciones tienden a publicar reseñas y perfiles en lugar de narrar historias, como lo entienden los expertos de diversas disciplinas

Como resultado, se pierden los beneficios del storytelling. Este estilo de contar historias transporta cognitivamente a las personas al mundo de los personajes, les permite experimentar el mundo a través de ellos y regresar a su propia realidad una vez transformados por la historia. 

En cambio, cuando las organizaciones comparten sobre su impacto, puede parecer que intentan llenar espacios en blanco de manera simplista y emotiva. Sonaría algo como: 'Hicimos “X” para que el grupo “Y”, que es vulnerable y merece ayuda, ahora pueda vivir la vida que desean', o 'El individuo excepcional “X” pudo superar el desafío “Y” con nuestra ayuda’. 

De esta manera, presenciamos cómo una organización protagonista ayuda a un grupo homogéneo de personas desfavorecidas, a quienes conocemos únicamente por su lucha, o solo nos presentan a individuos excepcionales que son retratados exclusivamente por su experiencia con un problema. No vemos a las organizaciones trabajando colectivamente por el cambio junto con las personas a las que atienden, ni como miembros críticos de un ecosistema de movimientos que luchan por el cambio social. 

Durante una investigación que llevé a cabo para el Broke Project (Proyecto Broke) junto con mis colegas de la Radical Communicators Network (Red de Comunicadores Radicales) y el  Center for Public Interest Communications, descubrimos que la mayoría de las historias, perfiles y reseñas relacionadas con los esfuerzos para erradicar la pobreza siguen este patrón: la organización aparece como la protagonista, mientras que las personas en situación de pobreza se caracterizan únicamente por su experiencia con ella.

Igualmente, durante una investigación realizada con el Center for Public Interest Communications de la University of Florida (Universidad de Florida), descubrimos que, en aquel momento, en el sitio web del UN Refugees Innovation Service (Servicio de Innovación para los Refugiados de la ONU), la organización compartía principalmente historias donde se presentaba a sí misma como la protagonista, con pocas historias que destacaban a los refugiados en acción. 

Cuando historias como esta se repiten una y otra vez, tendemos a creer que el cambio tiene límites definidos. Estas historias no muestran cómo se produce el cambio y definen a las comunidades de manera restrictiva en relación con su problema. En cambio, debemos aplicar las ideas y buenas prácticas ofrecidas por las ciencias y los movimientos sociales para contar historias sobre el impacto de manera más efectiva. 

Contar historias sobre los sistemas laborales 

Una historia incluye un problema que debe ser resuelto, un punto culminante donde los personajes enfrentan obstáculos y oportunidades y, finalmente, una resolución y una moraleja. 

Al elaborar su historia, es crucial incluir detalles sobre los sistemas que generan desigualdad como el escenario y el conflicto de la historia. Las desigualdades del sistema están arraigadas en nuestras instituciones, desde la discriminación al contratar a alguien, hasta quién es vigilado por la policía y a qué servicios y espacios pueden acceder las comunidades en sus vecindarios. 

Estas instituciones constituyen el escenario en el que los personajes deben desenvolverse. Los sistemas de desigualdad, como el racismo, el capitalismo, el patriarcado y la discriminación hacia las personas con discapacidad, son los problemas y los obstáculos que moldean las experiencias de los personajes. Utilice un lenguaje visual para ilustrar el contexto en el que se desenvuelven los personajes. 

Del mismo modo, exponga los obstáculos sistémicos, como la limitación de las prestaciones, los salarios bajos y las condiciones de trabajo inhumanas, para situar la escena. Asegúrese de incluir otros detalles, para ir más allá de solo definir a las personas por su experiencia con la injusticia y la desigualdad. 

Las buenas historias nos mantienen al borde del asiento porque crean tensión e incertidumbre. Nos preguntamos si los personajes lo lograrán, superarán un obstáculo o alcanzarán un gran objetivo. A medida que se desarrolla la historia, explique cómo los sistemas de desigualdad presentes en las instituciones sociales en las que usted trabaja crean tensiones debido a cómo afectan a las personas según su raza, clase, género o ubicación geográfica.

Por ejemplo, en esta charla, Enrique Balcazar, organizador de Migrant Justice (Justicia para los inmigrantes), comparte su historia sobre cómo trabajó en condiciones injustas e inhumanas en granjas lecheras de Vermont. Nos explica cómo desarrolló conciencia política y se convirtió en miembro de esta organización de base que lucha por mejorar las condiciones de trabajo a través de diversas campañas. Esta historia no solo enmarca las luchas y desafíos del personaje dentro de los sistemas, sino que al destacar a los organizadores y trabajadores como protagonistas, se evidencia el impacto generado por Migrant Justice.

Al contar historias de impacto, es importante no fortalecer las narrativas individualistas generalizadas. Muestre a los personajes interactuando entre sí mientras trabajan juntos para alcanzar un objetivo. Evite las historias excepcionales que insinúen que los personajes superan las barreras sistémicas únicamente gracias a su valentía y perseverancia. Estos son ciertos aspectos de las historias, pero no representan el panorama completo y, cuando se repiten una y otra vez, crean condiciones adversas que dificultan el cambio de los sistemas y la cultura. 

En cambio, es mejor contar historias de individuos que colaboran entre sí para alcanzar un objetivo común. Por ejemplo, en esta historia de Invisible People (Personas invisibles), una organización dedicada a cambiar la percepción sobre los problemas de vivienda y las personas sin hogar, un grupo de vecinos de KoreaTown en Los Ángeles se ha unido para ayudar a sus vecinos sin techo. La historia trata de Jane Nguyen, miembro de Ktown For All (Ciudad Korea para todos), una organización de base que trabaja con voluntarios para proporcionar artículos de primera necesidad como mantas, pan y agua a las personas de su comunidad. 

A medida que acompañamos a Jane, también conocemos los problemas sistémicos asociados con la falta de vivienda y otras injusticias que resultan de las redadas donde se despoja a la gente de sus pertenencias. La historia presenta a los voluntarios de Ktown For All trabajando juntos para ayudar a sus vecinos, proporcionándoles servicios, duchas y posibles oportunidades de empleo. 

Además, podemos escuchar directamente la opinión de personas sin hogar que hablan sobre cómo las redadas les afectan, lo que transforma a la comunidad de un grupo homogéneo a individuos que enfrentan barreras sistémicas para acceder a la vivienda. Al final de la historia, entendemos qué es Ktown For All y el impacto que tiene en la comunidad. 

Contar historias sobre su organización dentro de un ecosistema de movimiento 

Las organizaciones cuentan historias en las que aparecen como protagonistas porque tratan de asegurar su importancia, ya que de ello dependen sus fondos, los voluntarios y otros recursos. El sector del cambio social suele operar desde una mentalidad de escasez, con la creencia de que las organizaciones deben competir por los recursos. Como resultado, las historias que se cuentan suelen enfatizar el papel de la organización en el cambio social y la resolución de grandes problemas. 

Como hemos descubierto mis colaboradores de Broke y yo, estas historias crean una narrativa generalizada que sugiere que las personas necesitan ser rescatadas y que las organizaciones deben hacerlo. De esta manera, no llegamos a conocer a las personas que trabajan con entusiasmo en la organización y que probablemente tienen experiencia y vínculos que las conectan con el trabajo, así como los movimientos más amplios a los que contribuyen. 

No se nos habla de las vidas y experiencias únicas de las comunidades que están en el centro de estos problemas. Aún peor, cuando se presta atención a las personas, con frecuencia se dice que son merecedoras de los recursos disponibles, lo que sugiere que algunos sí los merecen, pero otros no. 

Las historias de impacto deben mostrar cómo las organizaciones forman parte de un ecosistema de movimientos más amplio que, a su vez, colabora con otras organizaciones y agentes del mismo ecosistema para transformar los sistemas y la cultura mediante sus contribuciones únicas. 

Son historias con varios protagonistas de diferentes orígenes, intereses, funciones y perspectivas, que trabajan juntos para resolver un problema. Al contar estas historias repetidamente, podemos crear una narrativa nueva y más precisa del cambio a través de la acción colectiva. 

Las historias de impacto deben mostrar personajes más completos que actúan colectivamente contra un sistema injusto. El protagonismo recae en una red de personajes que trabajan juntos para cambiar las cosas, mientras que los antagonistas de la historia son los defensores de los sistemas injustos. 

Estas historias no solo muestran nuestra contribución al ecosistema de movimientos, sino también cómo se construyen los movimientos y cómo se generan los cambios sistémicos y culturales a través del trabajo de las personas. 

Por ejemplo, Heather McGee cuenta en el pódcast The Sum of Us (La suma de todos) las historias de varias asociaciones multirraciales que han logrado cambios significativos. Uno de mis episodios favoritos relata la historia de Bruce's Beach, un acto de enmienda para la familia Bruce. 

En 1912, Charles y Willa Bruce compraron una propiedad frente al mar en Manhattan Beach, California, y construyeron un complejo turístico muy conocido y un espacio seguro para los bañistas de raza negra. Sin embargo, en 1924, la ciudad embargó la propiedad con la excusa de que se utilizaría para un parque público, pero en realidad era un medio para expulsar a la familia de la comunidad. 

El terreno estuvo desocupado durante 32 años. Con la pérdida de los terrenos, la familia Bruce también perdió su riqueza generacional y la cultura surfera de los afroamericanos. Ahora, Manhattan Beach tiene una población compuesta en un 90% por personas de raza blanca, y el racismo por parte de los surfistas locales de raza blanca continúa hacia los surfistas de color, a quienes perciben como extraños. 

El pódcast repasa la historia sobre cómo la ciudad robó los terrenos a la familia Bruce con el fin de que la población de raza negra abandonara la comunidad. McGee conversa con activistas y dirigentes municipales comprometidos con la devolución de los terrenos a la familia Bruce para revertir el legado de exclusión y racismo en la playa. 

A través de las voces de activistas y organizadores, conocemos los retos que enfrentaron al gestionar la compensación por parte de la ciudad y la resistencia en Manhattan Beach. También se destaca el compromiso entre el condado y la comunidad para lograr esta compensación. Esta excelente historia resalta el trabajo en el ecosistema del movimiento por la justicia racial y las reparaciones, además de demostrar el impacto de las organizaciones y los activistas. 

Conéctese con las experiencias humanas: amor, redención, triunfo y pérdida

Una historia tiene más probabilidades de llevar al público hacia el universo de sus protagonistas cuando los personajes y sus experiencias son emocionalmente atractivos y con los que la gente puede identificarse. 

Al incluir detalles únicos sobre los personajes, creamos oportunidades para que el público se identifique con ellos, lo que evita definir a las personas únicamente por su relación con el problema. 

Proporcionar detalles que conecten con emociones y experiencias humanas comunes como el amor, el triunfo, la redención, la pérdida, la alegría, la frustración y la incertidumbre es fundamental. Como mencionó Jacqueline Woodson: “Cuanto más específicos somos, más universal puede llegar a ser algo”. La vida está en los detalles. Si generalizamos, no logramos que resuene. Ser detallista es lo que realmente llega al corazón de la audiencia. 

Por ejemplo, en el video “Technically Illegal” (Técnicamente ilegal), Reform Alliance (Alianza para la Reforma) ayuda al público a tomar conciencia de las injusticias que surgen de las violaciones técnicamente ilegales de la libertad condicional. A través de una serie de episodios, se muestra cómo las leyes de libertad condicional impiden que las personas disfruten de tiempo y experiencias con sus seres queridos.

Podemos percibir la incertidumbre y la ansiedad de las personas, temerosas de lo que podría suceder si las descubren buscando medicinas para su bebé enfermo durante la noche, cruzando fronteras estatales para visitar a un familiar enfermo o en una salida con amigos cuando alguno ha bebido. 

A través de los ejemplos de vida de las personas implicadas, comprendemos el papel de Reform Alliance dentro de un movimiento más amplio para transformar el sistema penal y judicial. La organización presenta las experiencias de quienes se ven más afectados por sus injusticias y exhorta al público a involucrarse para poner fin a estas desigualdades. 

Contar historias con cuidado 

Contar historias es la herramienta más poderosa que tenemos para ayudar a la gente a comprender el trabajo que realizamos, especialmente en el caso de las personas más expuestas a la injusticia y la desigualdad. Sin embargo, como narradores, debemos ser particularmente cuidadosos para asegurar que quienes comparten sus historias no sean explotados, traumatizados, ni tratados como meros símbolos. 

Como grupo, debemos evitar las narrativas que asumen que los profesionales somos los que más sabemos. Debemos ceder recursos y espacio a las personas más cercanas a la injusticia para que cuenten sus propias historias como colaboradores y estrategas. 

Define American (Redefinir lo Americano), una asociación que trabaja para transformar la narrativa sobre los inmigrantes, ha creado una guía excelente sobre cómo interactuar con las historias de los activistas para garantizar su participación ética como colaboradores. 

Las recomendaciones que ofrecen incluyen preguntas como las siguientes: ¿Es un buen momento para compartir tu historia? ¿Cómo has estado desde la última vez que nos comunicamos? ¿Has compartido tu historia antes?

Además, se comprometen a:

  1. Definir el alcance del trabajo, la remuneración y el plazo de participación, y a preguntarse si está en sintonía con sus expectativas
  2. Hacer comentarios y sugerencias para fomentar la salud mental y el bienestar de los narradores en nuestro trabajo
  3. Asegurar que las personas con las que trabajamos, sobre todo en los medios de comunicación, rindan cuentas por sus contribuciones. 

Muchas organizaciones están comenzando a invertir fondos en storytelling para ilustrar el impacto a través de este medio. Sin embargo, para asegurarnos como sector de no perjudicar a nadie, debemos cuidar a los narradores. 

Narrar historias convincentes y de impacto no tiene qué ser algo mutuamente excluyente. Podemos utilizar la ciencia y el arte del storytelling para ilustrar cómo ocurre un cambio significativo dentro de un ecosistema de movimientos. Al comenzar a contar este tipo de historias, evitaremos contribuir a narrativas perjudiciales que obstaculizan el cambio en los sistemas y las narrativas culturales. Las organizaciones son colaboradoras y cómplices importantes en el trabajo de transformación. Permitamos que nuestras historias demuestren cómo se logra esto.

Fuente: TECNOLÓGICO DE MONTERREY