Colombia Sostenible
Por: Brigitte Baptiste
Continuando con la propuesta iniciada en la columna anterior, van cinco puntos más que podrían llamar la atención de gobernantes con una perspectiva ambiental programática más integradora, que no dependa de un ministerio en condiciones minusválidas:
Construcción de infraestructura inteligente con capacidad de reestructurar relaciones con todos los seres vivos: eco/agrociudades y vías y poliductos regenerativos basados en soluciones inspiradas “en la naturaleza” y en un diseño ecosistémico que incorpore todas las conectividades, incluida la digital con cobertura masiva y sus sinergias con la transición a energías renovables, ya convencionales (eólica, solar, bio) y sus líneas de transporte.
Reforma tributaria “verde” que incentive al sector financiero a nuevas inversiones, pensadas más para el bienestar y desarrollo de capacidad adaptativa que de crecimiento, leyendo todo el sistema impositivo y de contabilidad actual en clave de economía climática, distributiva y regenerativa, para orientar el gasto e incidir en cambios de comportamiento en producción y consumo que no pueden depender de la educación.
Nuevas y mejores garantías para la sociedad civil y fortalecimiento de sus capacidades como agentes de transiciones regionales con equidad, para escapar de las violencias, la discriminación y las limitaciones al desarrollo a profundidad de sus propias visiones por fuera de perspectivas de resistencia innecesarias y costosas, que además juegan con la peligrosa noción de que a una “narrativa hegemónica” hay que contraponer otra. Fortalecer las economías solidarias, el cooperativismo, la creatividad artística y el emprendimiento para la acción ambiental, en conjunto con la paridad de género en los órganos de gobierno y la consolidación de las naciones indígenas o territorios colectivos, no “desobedientes” sino visionarios.
Cooperación internacional con menos retórica, centrada en el manejo de ecosistemas compartidos para transformar conflictos territoriales complejos: manejo conjunto de la cuenca del Orinoco con Venezuela o de las fronteras selváticas del Chocó y la Amazonia, y una acción mucho más decidida para la protección de los océanos en conjunto con los países centroamericanos y del Caribe, además de un mayor énfasis a la justicia ambiental en todas las negociaciones globales.
Estrategia concertada de conservación y restauración del territorio terrestre y marino costero con criterios de salud pública y servicios ecosistémicos. Incluye una reforma drástica del Sinap que, como “joya de la corona”, requiere atención colegiada como el seguro de vida más completo que poseemos los colombianos, y un cambio en la arquitectura de los sistemas de gestión de conocimiento e institutos de investigación del Estado para mejorar su articulación y eficacia.
Ñapa sintética: el país está listo para implementar una agenda transversal de acciones para la sostenibilidad, que no es prerrogativa de ningún actor social, partido, sector o nivel de gobierno. Todas las propuestas son proyección y profundización de procesos más o menos explícitos o emergentes en Colombia, que debatidos como política de Estado podrían constituirse en la base programática de gobiernos de transicionalidad. Porque gobernar la crisis climática ya será otra cosa.
Fuente: La República