Así es el santuario que protege guacamayas y loros en Bolívar

Fundación Loros, 500 hectáreas para la biodiversidad. // Foto: Luis Herrám - El Universal

En las tierras de Villanueva, la Fundación Loros es un refugio de esperanza, un paraíso donde los ecos del bosque se entrelazan con las alas de loros, guacamayas y pericos.

Por: Braymar Feliz Rodríguez

08 MAR 2025 A tan solo 35 kilómetros de Cartagena, se encuentra Villanueva, un pequeño municipio de Bolívar que alberga en sus entrañas la extensa finca El Paraíso, hogar de cientos de animales que son el motor diario de la Fundación Loros.

Entrada a la finca El Paraíso en Villanueva. // Foto: Luis Herrám - El Universal

La historia de la Fundación Loros, comprometida con la conservación de la biodiversidad y la protección de los psitácidos (loros, guacamayas y pericos), comenzó cuando el argentino Alejandro Rigatuso, ya viviendo en Cartagena, recibió un inusual regalo: un loro llamado Beethoven.

Al principio, el obsequio despertó en Rigatuso un genuino cariño por el animal, pero muy pronto se dio cuenta de que algo no encajaba, los loros están destinados a volar, no a vivir encerrados.

Alejandro Rigatuso, director de la Fundación Loros. // Foto: Luis Herrám - El Universal

Impulsado por esta inquietud, comenzó a investigar y descubrió que estas aves pueden vivir hasta 80 años, eligen a una pareja de por vida, son sumamente sociables y poseen una inteligencia comparable a la de un niño en edad preescolar.

Su búsqueda reveló una dura realidad, la tenencia de loros es ilegal y alimenta el tráfico de fauna, una de las principales causas de su desaparición. Consciente de ello, Rigatuso decidió que lo ideal era que el loro disfrutara de una vida en libertad.

Especies de la Fundación Loros. // Foto: Luis Herrám - El Universal

Instalaciones de la Fundación Loros. // Foto: Luis Herrám - El Universal

Por ello, comenzó a buscar un lugar adecuado, no cualquiera, sino uno que lo cuidara bien y lo reintegrara a su hábitat natural. Pero esta búsqueda resultó infructuosa, en la región no existía ningún centro especializado en la rehabilitación y liberación de loros.

Entonces, decidió crearlo él mismo. Compró una finca cerca de Cartagena y solicitó el permiso legal a la Corporación Autónoma Regional del Canal del Dique (Cardique) para albergar y rehabilitar a estos animales.

Así es el santuario que protege guacamayas y loros en Bolívar. // Luis Herrám - El Universal

De esta forma surgió la Fundación Loros, una organización sin fines de lucro dedicada a la rehabilitación de psitácidos y la regeneración del bosque seco tropical, uno de los ecosistemas más amenazados del mundo.

"El objetivo inicial era salvar a Beethoven, y con el tiempo, comenzaron a llegar entregas voluntarias y aves incautadas. Así, hemos ido creciendo y adaptándonos”. Alejandro Rigatuso, director de la Fundación Loros.

Espacios de la Fundación Loros. // Luis Herrám - El Universal

Fundación Loros es sinónimo de conservación y trabajo en equipo

Tres años después, la Fundación Loros gestiona cerca de 500 hectáreas en Villanueva, de las cuales 370 han sido adquiridas y el resto está en trámite. El territorio incluye parte del cerro El Peligro, un enclave vital para la biodiversidad.

El paraíso de los loros en Villanueva. // Foto: Luis Herrám - El Universal

Los loros cumplen un papel clave en la regeneración del bosque: a lo largo de su vida, pueden dispersar cientos de miles de semillas, facilitando el crecimiento de nuevos árboles. Además de rehabilitar aves y restaurar el bosque, la Fundación busca generar conciencia sobre la importancia de la biodiversidad y fomentar la investigación en ecología y conservación.

En la Fundación Loros hay guacamayas, loros, pericos y cotorras. // Foto: Luis Herrám - El Universal

Cuenta con un equipo multidisciplinario conformado por biólogos, veterinarios, guardias ambientales y personal de asistencia que trabaja incansablemente por el bienestar de los animales. Este esfuerzo va de la mano con la comunidad local y aliados estratégicos, como la Corporación Autónoma Regional del Canal del Dique (Cardique) y el Establecimiento Público Ambiental (EPA Cartagena).

Espacios de rehabilitación

Diversos espacios están destinados a la atención de las aves. Uno de los principales es un aviario de 15 metros de largo, donde las aves pueden fortalecer sus alas, recibir luz solar, disfrutar de la lluvia y practicar su comportamiento natural.

Paulina Garzón, bióloga de la Fundación Loros. // Foto: Luis Herrám - El Universal

Actualmente, la Fundación cuida de 143 aves, entre loros, guacamayas, cotorras y pericos. Aproximadamente 65 están en entrenamiento para una futura liberación, y unas 50 ya han sido liberadas. La mayoría de estas aves han sido incautadas por las autoridades ambientales.

Una guacamaya disfrutando de una dieta balanceada. // Foto: Luis Herrám - El Universal

“Lo que hacemos es darles una segunda oportunidad para que vuelvan a la vida silvestre. No queremos quedarnos con ellas, sino liberarlas. Sin embargo, no todas pueden regresar a su hábitat. Hay casos de aves con lesiones graves o que están demasiado acostumbradas al cuidado humano, lo que hace riesgoso su regreso a la naturaleza. En estos casos, las mantenemos con una buena calidad de vida”, explicó Paulina Garzón, bióloga de la Fundación Loros.

Equipo de la Fundación Loros prepara los alimentos para las aves. // Foto: Luis Herrám - El Universal

Cuidados y Alimentación

Un equipo de El Universal visitó la Fundación Loros y presenció cómo, desde muy temprano, se preparan bandejas llenas de frutas, vegetales, semillas y frutos silvestres para fortalecer a las aves y prepararlas para su vida en libertad. Estas se introducen en el aviario, y las aves las consumen a libre demanda.

Alberto Martínez, coordinador general de Fundación Loros. // Foto: Luis Herrám - El Universal

Alberto Martínez, coordinador general de Fundación Loros, comenta que la tarea diaria no solo consiste en alimentarlas, sino en asegurarse de que estén bien. “A veces podrían pelearse entre ellas, herirse o dañarse las plumas, la cola o el pico. Por eso, nos aseguramos de que tengan su espacio, que se sientan cómodas y felices”, expresó con la satisfacción de hacer bien su trabajo.

Tener estas aves en casa es ilegal. Su verdadero hogar es la libertad. // Foto: Luis Herrám - El Universal

Aunque la meta es liberar a las aves, el proceso implica mucho más que simplemente abrir una jaula: mediante un programa integral, aprenden a volar en bandada, fortalecen sus alas y se adaptan a una dieta natural, volviéndose más independientes de los humanos. Además, su estado de salud es evaluado rigurosamente antes de la liberación, momento en el que comienza su verdadera reintegración a la naturaleza y la recuperación de sus instintos.

En la naturaleza, un loro necesita reflejos rápidos, velocidad y resistencia en vuelo para sobrevivir a un ataque de un gavilán. Por eso, el fortalecimiento del vuelo es una parte esencial de su rehabilitación.

Vista de una hermosa guacamaya. // Foto: Luis Herrám - El Universal

“Los loros no deben ser liberados en solitario, ya que su supervivencia en la naturaleza sería muy baja. Para garantizar su adaptación y éxito en el entorno natural, es clave liberarlos en bandadas establecidas de al menos 10 individuos”, explicó Alejandro Rigatuso.

Para facilitar su adaptación y asegurar que permanezcan en el territorio protegido, el lugar de liberación cuenta con estaciones de alimentación suplementarias y guardias ambientales. Todo el proceso es autorizado y supervisado por las autoridades ambientales, lo que garantiza su éxito en la naturaleza.

Vista de los loros dentro del aviario. // Foto: Luis Herrám - El Universal

Tasa de supervivencia

Sin embargo, el trabajo no termina cuando las aves recuperan su libertad. Cada loro liberado lleva una medalla de identificación y un microchip, lo que permite individualizarlos y realizar un seguimiento. Además del monitoreo llevado a cabo por la Fundación Loros, se han organizado concursos fotográficos periódicos en los que la comunidad y los observadores de aves colaboran en el seguimiento de los loros liberados, reforzando así el compromiso con su protección.

La Fundación Loros trabaja de la mano de Cardique y EPA Cartagena. // Foto: Luis Herrám - El Universal

La tasa de supervivencia de loros jóvenes reintegrados a la naturaleza en proyectos exitosos a nivel global es de aproximadamente 60%. “En Fundación Loros, se ha superado esa estadística”, afirmó Rigatuso.

"El 74% de los loros jóvenes que liberamos regresan al punto de liberación todos los días, después de un año. Esto ha sido una gran satisfacción”. Alejandro Rigatuso, director de la Fundación Loros.

Fundación Loros también vela por el bienestar de los monos tití. // Foto: Luis Herrám - El Universal

Además, la Fundación ha fomentado el empleo local y el voluntariado ambiental, impulsado el turismo regenerativo y promoviendo la agricultura y ganadería sostenibles bajo un modelo “50/50″ (50% conservación y 50% producción). Asimismo, colabora con colegios de Villanueva y Cartagena en experiencias y voluntariados dirigidos a niños, fortaleciendo así la conciencia ambiental en las nuevas generaciones.

El impacto ha trascendido fronteras, atrayendo la atención de universidades y científicos internacionales, como el experto en loros Donald J. Brightsmith, Ph.D., de la Universidad de Texas A&M, y Chris Biro, director de Bird Recovery International, quien ha dedicado su vida al entrenamiento de vuelo libre en loros.

“Debemos entender que los loros no nacieron para vivir en jaulas” - Alejandro Rigatuso. // Foto: cortesía

En los próximos años, la Fundación Loros aspira a consolidarse como un santuario natural de renombre internacional, fusionando la conservación con el turismo regenerativo y la producción agroecológica, y posicionándose como referente global en métodos de rehabilitación de loros.

Este refugio ofrecerá una oportunidad única para conectar con la fauna silvestre, permitiendo a sus visitantes participar activamente en la protección de especies como loros, guacamayos, monos, tucanes, perezosos, tayras y venados en su entorno natural.

No obstante, el verdadero desafío va más allá de proteger ecosistemas y rehabilitar aves, se trata de transformar la relación con la vida silvestre.

Fuente: EL UNIVERSAL