América Latina repite los indicadores más críticos de pérdida de biodiversidad en el mundo
- Hoy, WWF publica el Informe Planeta Vivo 2022: el diagnóstico más exhaustivo que la organización ha hecho hasta el momento del estado de las poblaciones silvestres de vertebrados a nivel
- El informe revela que las poblaciones de mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces que se encuentran en Latinoamérica y el Caribe son las que más han disminuido entre 1970 y 2018, con un promedio de 94%.
- En comparación con otros grupos de especies en el mundo, las poblaciones de agua dulce son las más
- Los hallazgos del informe dejan claro que el uso insostenible de recursos ocasiona una doble crisis, climática y de biodiversidad, la cual debe ser abordada de manera
- WWF llama a los líderes mundiales a asumir compromisos ambiciosos y vinculantes en la COP15 de Biodiversidad, que se realizará en diciembre próximo en Canadá.
Bogotá, 12 de octubre de 2022.
La velocidad y la escala del impacto negativo de las actividades humanas en la naturaleza se manifiesta en el descenso del 69% (promedio) en la abundancia poblacional de mamíferos, reptiles, aves, peces y anfibios de todo el mundo, advierte la edición 2022 del Informe Planeta Vivo. La publicación bianual de WWF reafirma a Latinoamérica y el Caribe, una de las regiones más biodiversas del planeta, como la de mayor declive, con una disminución de 94% en las poblaciones monitoreadas.
El Informe, dado a conocer hoy, refleja el crítico estado de la biodiversidad y urge a los gobiernos, las empresas y al público a tomar medidas transformadoras que reviertan su destrucción. Asimismo, subraya que el mundo enfrenta una doble emergencia inducida por el hombre, la crisis climática y la pérdida de biodiversidad, que amenazan el bienestar de la humanidad.
“Este diciembre, en la conferencia de biodiversidad COP15 de la ONU, los líderes tienen la oportunidad de restablecer nuestra relación rota con el mundo natural y ofrecer un futuro más saludable y sostenible para todos con un ambicioso acuerdo global de biodiversidad positivo para la naturaleza”, dijo Marco Lambertini, director General de WWF Internacional. “Frente a la creciente crisis de la naturaleza, es esencial que este acuerdo brinde una acción inmediata sobre el terreno, incluso a través de una transformación de los sectores que impulsan la pérdida de la naturaleza y apoyo financiero a los países en desarrollo”, añadió.
El Informe monitorea a casi 32,000 poblaciones de 5,230 especies del planeta y es el diagnóstico más exhaustivo que WWF ha hecho hasta el momento del estado de las poblaciones silvestres de vertebrados a nivel mundial. El parámetro de medición es el Índice Planeta Vivo (IPV), el cual hace un seguimiento de la abundancia en poblaciones de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios. La relevancia de las tendencias registradas es que muestra una radiografía de los cambios en los ecosistemas y alerta sobre su estado de salud. De igual forma, el IPV permite observar medidas de éxito cuando se aplican políticas de conservación adecuadas.
En cuanto a especies, las poblaciones de agua dulce muestran un mayor descenso general en el ámbito mundial con un 83%. Por ejemplo, una de las poblaciones del delfín rosado del Amazonas (Inia geoffrensis) evaluadas en el informe, sufrió una disminución del 65% debido al aumento de la pesca selectiva, así como a las presiones impuestas por el rápido crecimiento de la población humana. La mitad de los corales del planeta se ha perdido y ello desencadena un impacto negativo múltiple, pues albergan a un cuarto de todas las especies marinas y dan soporte a una compleja cadena trófica que incluye a los humanos. Además, la abundancia mundial de 18 de las 31 especies de tiburones y rayas oceánicas se ha reducido un 71% en los últimos cincuenta años.
Los principales factores directos identificados como responsables de la degradación de los sistemas terrestres, marinos y de agua dulce son los cambios de uso del suelo, la sobreexplotación de plantas y animales, el cambio climático, la contaminación y las especies exóticas invasoras. El informe insiste en que la doble crisis ambiental se puede mitigar con el aumento de los esfuerzos de conservación y restauración, la producción y el consumo de alimentos de forma más sostenible, y la rápida y profunda descarbonización de todos los sectores. Los 89 autores que participaron en la redacción del texto piden a los responsables políticos que transformen las economías para que los recursos naturales se valoren adecuadamente.
“Las cifras que el Índice Planeta Vivo muestra no deben ser interpretadas de manera apocalíptica ni como un punto de no retorno. Más bien, debemos verlas como una señal de alarma que nos advierte de la urgencia de actuar ahora. Todavía estamos a tiempo de revertir la pérdida de biodiversidad y algunas de las especies evaluadas por este índice han mostrado aumento en el tamaño de sus poblaciones. Una de ellas es la tortuga cabezona (Caretta caretta) en Brasil, o el gorila de montaña (Gorilla beringei beringei) en África, que pasó de 480 individuos, en 2010, a un mínimo de 604 individuos, entre 2015 y 2016”, señaló Luis Germán Naranjo, Director de Conservación y Gobernanza de WWF Colombia.
América Latina, entre las zonas prioritarias del planeta
El informe detalla que las tendencias de abundancia de fauna silvestre varían según regiones, siendo las tropicales las que afrontan un mayor declive. Asimismo, las nuevas técnicas de análisis cartográfico sugieren que hay zonas que tienen una alta probabilidad de impacto en la vida silvestre por amenazas como la agricultura o la tala y por su alta riqueza en especies. “El promedio de disminución para las poblaciones de vertebrados de América Latina y el Caribe que el índice monitorea alcanza 94% con respecto a las cifras de 1970. Estas cifras nos muestran lo urgente que es que enfrentemos ambas crisis, la climática y la de pérdida de biodiversidad, de manera articulada y proporcional a la gravedad que denotan”, añadió Naranjo.
La deforestación en las zonas tropicales genera emisiones de carbono y conduce a climas locales más cálidos y secos, incrementando la cantidad de sequías y de incendios y, dependiendo de su magnitud, reduce las precipitaciones y modifica sus patrones globales. Esto es perjudicial para el clima, la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia de millones de personas a nivel global. La contribución de los bosques a la seguridad alimentaria y nutrición exige una mayor atención en políticas forestales, pues su deterioro se traducirá en una reducción de la productividad agrícola.
En ese sentido, se identifican diez áreas de alta prioridad para la mitigación de riesgos y algunas están en América Latina: la cuenca del Amazonas (que está constituida por todos los ríos que drenan al río Amazonas); el bosque Atlántico (ubicado en Brasil, Argentina y Paraguay); y el norte de los Andes hasta Panamá y Costa Rica. También se incluye en estas áreas prioritarias al Himalaya, el sudeste asiático, la costa oriental de Australia, el bosque seco de Madagascar, el Rift Albertino, las montañas del Arco Oriental en el este de África y los bosques guineanos del oeste de África. Países como Colombia, que es el segundo más biodiverso del mundo y que a la vez enfrenta graves amenazas como la deforestación, son prioritarios para detener la pérdida de naturaleza.
El informe destaca la situación en la Amazonia, el bosque tropical más grande y con mayor diversidad biológica y cultural del mundo, cuya cuenca ya ha sido deforestada en un 17% y otro 17 % del bioma está degradado. La ciencia ha establecido que el punto de no retorno está en el umbral de entre 20 y 25 % de deforestación y degradación forestal combinadas y los datos muestran que el 26 % de la Amazonia se encuentra en estado de perturbación avanzada, lo cual supone degradación de los bosques, incendios recurrentes y deforestación, justamente lo que estamos viviendo actualmente en la región.
El informe, además, advierte que, en ocho años este bioma, tal y como lo conocemos, puede haber desaparecido, lo que traería repercusiones devastadoras en el ámbito local e implicaciones negativas para la estabilidad climática del planeta, pues almacena entre 150 y 200,000 millones de toneladas de carbono. En Colombia, la deforestación es la actividad que genera casi el 40% de las emisiones de carbono, y según cifras del IDEAM, un 64% de ella se concentra en departamentos amazónicos.
Por otro lado, el informe puntualiza que el 27% de la Amazonia corresponde a territorios indígenas y en ellos se encuentran las menores tasas de deforestación. Es el hogar de más de 500 grupos de pueblos originarios, incluyendo a 66 grupos en aislamiento voluntario y contacto inicial. De ahí que se acentúe la necesidad de visibilizar el liderazgo de pueblos originarios y comunidades locales, pues sus enfoques de conservación sitúan las relaciones de reciprocidad personas-espacios en el centro de las prácticas culturales y cuidado. Además incluye saberes científicos y ecológicos que se transmiten de generación en generación relevantes para evitar desastres naturales.
El derecho a un medio ambiente sano
De particular relevancia en la edición 2022 del informe, concebido para impulsar la acción y la reflexión, es el papel que se le concede a los derechos humanos como desencadenante de cambios sociales transformadores. En el documento se identifica el colapso climático, la pérdida de naturaleza, la contaminación y la pandemia de Covid-19 como crisis de los derechos humanos y se celebra que la Asamblea General de la ONU haya reconocido el derecho de las personas a un medio ambiente saludable en julio pasado.
En más de 80 países, donde se ha reconocido el derecho a un medio ambiente saludable, ha resultado en leyes y políticas ambientales más firmes, una mejor implementación y observancia, una mayor participación del público y, lo más importante de todo, un mejor rendimiento ambiental. Se subraya que es un catalizador de cambios sistémicos y que la ciudadanía lo ha usado para proteger a las especies amenazadas y los ecosistemas en peligro.
En ese sentido, el caso más relevante en América Latina es el de Costa Rica, nación que tras añadir el derecho a un medio ambiente saludable en su Constitución en 1994, se convirtió en un ejemplo ambiental. El 30% de su superficie son parques naturales. El 99% de su electricidad procede de fuentes renovables, incluyendo energía hidroeléctrica, solar, eólica y geotérmica. Las minas a cielo abierto y la explotación de gas y petróleo están prohibidas por ley, mientras que el impuesto sobre el carbono se usa para pagar a pueblos indígenas y agricultores para que restauren los bosques. En 1994, la deforestación había reducido los bosques hasta el 25% de la superficie del país, pero hoy en día la reforestación ha llevado esa cifra a más del 50%.
Al respecto de la contribución de Colombia a detener la pérdida de biodiversidad que el Informe Planeta Vivo 2022 registra, Sandra Valenzuela, directora de WWF Colombia, afirmó: “El país es fundamental para conservar el planeta porque somos el segundo más biodiverso del mundo. Por eso es momento de que la voluntad del Gobierno se concrete en acciones en favor de la conservación. Avances importantes como la ratificación del Acuerdo de Escazú, la prohibición del fracking, la eliminación de las fumigaciones con glifosato, y una moratoria minera en la Amazonia son acciones determinantes -y mensajes claros para el mundo- que nos permitirían contribuir al cumplimiento de las metas climáticas y de naturaleza globales”.
Para conocer más detalles de esta completa investigación, ingrese a https://www.wwf.org.co/de_interes/informe_planeta_vivo/
Fuente: WWF