La humanidad está sumida en una total incertidumbre en estos momentos. Tenemos con claridad que una de las mayores amenazas contra la vida misma y en si, la del planeta, nuestra GAIA, es el calentamiento global. Continúan las señales científicas que claman por una acción eficaz y continuada para disminuir las emisiones de gases efecto invernadero -GEI- para alcanzar la ambición de solamente tener un incremento de 1,5º en temperatura promedio de nuestro planeta. Y las expectativas no son halagüeñas.
Si a esto le sumamos la consecuencia inacabada de la COVID19 que se reflejan en la disminución del progreso en indicadores relacionados con el incremento de la pobreza, la inseguridad alimentaria, aunada a una alta inflación en los mercados de alimentos, a la inequidad de género, a la pérdida de grados de escolaridad por las cuarentenas y el aumento de la desigualdad en todos los campos, el panorama se oscurece más, a pesar de resaltar que la reactivación económica, producto del rebote natural, ha sido mejor de la esperada.
Y ahora surge el conflicto en el Este de Europa con la invasión de la Federación Rusa a su vecina Ucrania, con halos de devastación, millones de refugiados, pérdida del aparato económico y miles de muertos, sin distingos de su condición de civiles o militares, incluso con la suma de todos los miedos, al incrementarse los riesgos del uso de armas químicas, biológicas y hasta nucleares.
Incluso todo está relacionado, mostrando que el mundo está totalmente interconectado; la dependencia energética europea y en menor grado mundial, del petróleo y gas rusos, obligando a retomar caminos de volver a generación de energía que iban en retroceso dentro del proceso de transición energética; la baja en la producción de fertilizantes y todos los insumos que en muy buena parte se producen en las regiones en conflicto, afecta sin duda la actividad agropecuaria en todo el orbe; y, el indeseable incremento del gasto militar, en desmedro de inversiones en innovación y en apoyo a programas sociales, nos muestran un cuadro de enorme preocupación.
En ese contexto difícil, no hay otra opción que seguir persistiendo en los postulados de la Agenda 2030 de Sostenibilidad. Las negociaciones de paz, según noticias recientes, podrían estar experimentando un cambio de tendencia y favorecer un desescalamiento de las acciones bélicas en suelo ucraniano. Ahí el imperio del ODS 16 de Paz, Justicia e Instituciones Sólidas, están al orden del día, para apuntalar la necesaria buena convivencia entre los diferentes pueblos.
Hay que seguir apostando al ODS 13 de Acción por el Clima, y no aprovechar cualquier pretexto, por válido que sea, para no apostar a la Transición Energética y a la Descarbonización dentro de plazos económicamente razonables, y facilitar la ambición de los 1,5ºC. La Plataforma de Climate Change Ambition, que la Red Colombiana está promoviendo siguiendo los lineamientos de Pacto Global a nivel mundial, es un espacio idóneo para mejorar el conocimiento sobre esta realidad, y mostrar diferentes prácticas que a partir de Objetivos Basados en Ciencia, podamos avanzar significativa en la acción de lucha contra el Cambio Climático. Para ello ejemplos recientes como los de Promigas y Ecopetrol nos permiten avizorar con una sana expectativa, mejores tiempos.
Igualmente, con el cuidado del agua, cuando en la celebración del Día Internacional del preciado líquido, ponemos de antemano que hay que tener una gestión integral del recurso hídrico y donde ejemplos como los de Ecopetrol y el Acueducto de Bogotá, para mencionar algunos son referencias adecuadas para tener un mejoramiento continuo en todos los frentes de operación.
Por otro lado, la reactivación económica ha logrado revertir el deterioro de muchos indicadores sociales y de lucha contra la desigualdad. Pero aún falta bastante por recuperar y luego retomar la senda que nos lleve a una meta afortunada en 2030. Por eso destacamos programas como Conexión Puma, como una extensión del programa Conexión Jaguar, que el Grupo ISA está llevando a cabo en varios países del sur del continente, con una estrategia de integración y articulación entre las comunidades que habitan y trabajan en las zonas de paso del felino y los necesarios proyectos de transmisión de energía, con sus dinámicas económicas y ambientales. En este mismo tenor, las acciones de EPM con la integración de comunidades, lo mismo del Grupo Energía Bogotá, ENEL y VANTI nos están mostrando prácticas que favorecen la integración armónica de las variables económica, social y ambiental en las zonas de influencia de los proyectos y lugares de operación y prestación del servicio.
También no dejaremos de aplaudir los trabajos que para mejorar el tejido de salud y desarrollo familiar que Compensar, Comfandi y Coomeva están llevando a cabo con sus grupos de interés, así como el apoyo a la recuperación del tejido empresarial, especialmente a las PYMES, por parte de la Cámara de Comercio de Bogotá.
En fin, frente a la desesperanza, la acción sostenida de la Agenda 2030 y los 10 principios de Pacto Global y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, desde la base del respeto profundo por los Derechos Humanos, tener unos estándares laborales que faciliten un trabajo decente, la protección ambiental y la lucha contra la corrupción como ejes articuladores para un mejor estar en la sociedad, es el mejor catálogo de opciones para tornar hacia un mundo con mayor resiliencia, prosperidad y en armonía con la naturaleza.
Mauricio López
Director Ejecutivo Pacto Global Red Colombia